La escasez es un error tan común y fundamental en la experiencia humana, que a menudo se acepta y se soporta como algo inevitable. Hablo por experiencia. Después de haber sufrido años de escasez, con la constante preocupación por las deudas y lo que me deparaba el futuro, fui despertado por esta declaración en Ciencia y Salud por la Sra. Eddy: “En la Ciencia divina, donde las oraciones son mentales, todos pueden contar con Dios como ‘pronto auxilio en las tribulaciones’. El Amor es imparcial y universal en su adaptación y en sus dádivas. Es el manantial abierto que exclama: ‘Todos los sedientos: Venid a las aguas’ ”. Ciencia y Salud, págs. 12–13.
Comencé a ver que aquel bien del que disfrutaban mis amigos y vecinos, y del cual yo parecía estar excluido, era tanto mi progenitura divina como la de ellos. La comprensión de esta verdad tan inspiradora empezó a destruir el mesmerismo que había ensombrecido mi vida diaria, y que había resultado en penuria, privación, y dudas acerca del mañana, así como del día de hoy.
La escasez — que es sólo una creencia en la limitación, basada en el sentido material de las cosas — cedió progresivamente ante la comprensión de que la sustancia es espiritual, el don de Dios, quien es Amor y cuida, y trae provisión perpetuamente a los hijos amados de Su creación espiritual.
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