Cuando leemos en los diarios o vemos en la televisión noticias de casos de torturas y desaparición de prisioneros políticos, es importante que no nos sintamos indiferentes o frustrados por la desesperación. Este artículo tiene por objeto demostrar que nuestras oraciones, cuando se basan en las verdades de las Escrituras, pueden por cierto ser útiles.
Cristo Jesús enseñó que el reino de Dios se ha acercado. Ver Marcos 1:15. La autoridad divina es infinitamente más poderosa que la injusticia humana. Nuestras oraciones, movidas por la comprensión de que todo el poder proviene realmente de Dios, pueden acrecentar el reconocimiento de la humanidad de que el reino de Dios se ha acercado y fomentar la receptividad a la autoridad divina. Ya sea que un prisionero encuentre un nuevo sentido de esperanza, o que una organización humanitaria localice a alguien desaparecido, nuestra humilde comprensión del gobierno de Dios, acompañada de las oraciones de otros, desempeña un papel en facilitar cada paso de progreso.
¿Comó oramos cuando ni siquiera sabemos quiénes son estos prisioneros o dónde están? Si bien no hay fórmulas para orar, a menudo es útil comenzar afirmando lo que la Biblia revela acerca de la naturaleza de Dios y del hombre. Aquí aprendemos que Dios es poderoso, benévolo, el poder que salva y guía. La Biblia ilustra que no hay un gobierno más poderoso que el gobierno de Dios.
Dios sabe dónde están Sus hijos. Nadie puede perderse de Su vista. Y, pese a las apariencias en contra, Sus hijos son por siempre libres. El hombre, que procede de Dios, está a salvo al cuidado de su creador, es inseparable del Principio de la existencia. Lo que se necesita es ayudar a sacar a luz esta verdad espiritual absoluta; reconocerla en lo más profundo de nuestras oraciones como la condición real de todos los hombres.
Dios es Amor, y Su poder supremo puede proteger y liberar a los oprimidos. La conspiración política que se perpetró para destruir la misión de Jesús, tuvo el efecto contrario de engrandecerla. Durante los primeros años de la Iglesia cristiana, el discípulo Pedro salió literalmente de la prisión sin impedimento alguno. Recordarán que “la iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él”. Hechos 12:5. Pablo y Silas fueron puestos en libertad por los magistrados después de un gran terremoto, cuando las cadenas se le soltaron de los pies y se abrieron las puertas de la prisión. Habían estado orando y cantando alabanzas a Dios. Ver Hechos 16:25–40.
El siguiente incidente, si bien no se refiere a un prisionero político, ilustra cómo la oración puede ayudar a aquellos que están atrapados en situaciones peligrosas. Mientras me encontraba trabajando solo en la oficina de radiocomunicaciones del departamento policial de una ciudad, una noche recibí un extraño llamado a avanzadas horas. En momentos en que esta persona, frenética, derramaba un torrente de palabras en un idioma que yo no entendía, se cortó la comunicación. He aquí, un individuo en apuros y sin forma de poder dar a conocer su identidad, su situación ni su paradero.
Llamé por radio a un policía y le sugerí que fuera a una calle que, me pareció, la persona había mencionado, y que viera si podía detectar algo fuera de lo común. Cuando terminé de transmitir, me vino al pensamiento la frase final de la Lección Bíblica de esa semana, indicada en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana. Fue una declaración de Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, que yo había estudiado esa semana juntamente con la Biblia: “Ningún poder puede resistir al Amor divino”. Ciencia y Salud, pág. 224. Comprendí que, puesto que Dios llena todo el espacio, el Amor divino ya estaba rodeando a esa persona que había llamado. Y, puesto que Dios es todo poder, el Amor divino tiene que ser más poderoso que cualquier amenaza humana contra la seguridad de alguien. Oré para comprender que, puesto que Dios es la Mente omnisapiente de la cual nada puede esconderse, El comunicaría lo que fuera necesario saber; El gobernaría la actividad de todos para traer una solución.
El resultado final fue que la esposa del hombre que hizo la llamada, que había estado amenazando a su marido y había arrancado el cordón telefónico de la la pared, inexplicablemente huyó de la casa justo en el momento en que el policía pasaba con el auto. Este investigó la situación y llevó a la mujer a la estación de policía. Al reconocer que la única Mente, el Amor divino, estaba gobernando, la aparente fuerza de la furia y del odio humanos, se volvió inofensiva. Desde entonces, he encontrado que es útil emplear un enfoque similar cuando se ora por los desafíos que confrontan a los prisioneros políticos.
La ley de Dios, cuando se la comprende, trae libertad y protección del peligro. Si deseamos ver que esta libertad y protección se experimente más ampliamente, nuestras oraciones tienen que preparar el camino.