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Verdes islas de descanso

Del número de septiembre de 1987 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Una de las actividades más distintivas y vivificantes de la Iglesia de Cristo, Científico, es la reunión vespertina de testimonios de los miércoles. Estas reuniones son tanto para visitantes como para miembros. Son un oasis de paz, un momento para reconocer la omnipotencia y omnipresencia de Dios, y un lugar para agradecer Su poder sanador y salvador.

Las reuniones comienzan con un himno cantado por la congregación. Luego, el Lector, o Lectora, lee selecciones que ha elegido de la Biblia y del libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por la Sra. Eddy. Después de esta lectura, se invita a la congregación para que ore en silencio, y, luego, a repetir en voz alta el Padre Nuestro. Luego, se canta otro himno y se leen anuncios de interés para la concurrencia, y, después, la reunión queda abierta a la congregación. Ese es el momento para compartir testimonios de curaciones por medio de la Ciencia Cristiana y para hacer observaciones apropiadas. Esto da a los miembros de la congregación la oportunidad tanto de escuchar como de relatar cómo han llevado a la práctica lo que están aprendiendo acerca de Dios.

Desde mi niñez, he tenido la costumbre y alegría de concurrir a las reuniones vespertinas de testimonios de los miércoles. Sin embargo, hace poco, en invierno, un miércoles por la noche en que la escarcha cubría los cristales de las ventanas y el frío era cortante, al entrar a la iglesia me sentí muy decepcionada. Había muy poca gente. “Oh, bueno”, pensé resignadamente, “hoy no habrá muchos testimonios”. Pero, ¡qué reunión resultó ser! Y, ¡qué contenta me sentí de haber estado allí esa noche!

La lectura comenzó con la historia de Asa, un rey de Judá, narrada en el Antiguo Testamento. Asa se enojó con Hanani el vidente, quien lo había reprobado por no haber confiado en Dios, y encarceló a este hombre de Dios. La Biblia cuenta que, más tarde, el rey tuvo una enfermedad en los pies, pero buscó la ayuda de los médicos en vez de recurrir a Dios: “Y durmió Asa con sus padres”, Ver 2 Crón. 16:13. dice la Biblia.

Luego, el Lector leyó del Nuevo Testamento el relato en que Cristo Jesús sanó a una mujer que padecía de un “flujo de sangre”. Ver Marcos 5:25–34. Ella había gastado todo lo que tenía en los médicos, pero estaba cada vez peor. Pasando desapercibida entre la multitud, la mujer llegó hasta Jesús, “tocó su manto”, y sanó instantáneamente. Al contestar a la pregunta del Maestro, la mujer reconoció su curación con gratitud. Y él respondió: “Hija, tu fe te ha hecho salva; vé en paz, y queda sana de tu azote”.

Algunos de los pasajes que se leyeron del libro de texto de la Ciencia Cristiana, explicaron el resultado infalible y eficaz que tiene la medicina de la Mente divina, Dios. Por ejemplo, Ciencia y Salud pregunta: “¿Qué es lo que fue primero, la Mente o la medicina? Si la Mente fue primero y era autoexistente, entonces la Mente y no la materia tiene que haber sido la primera medicina. Siendo Dios Todo-en-todo, hizo la medicina; pero esa medicina era la Mente. No pudo haber sido la materia, que se aparta de la naturaleza y del carácter de la Mente, Dios. La Verdad es el remedio de Dios para toda clase de error, y la Verdad destruye sólo lo que no es verdadero. De ahí el hecho que, tanto hoy como ayer, Cristo echa fuera los males y sana a los enfermos”.Ciencia y Salud, págs. 142–143.

Cuando la lectura hubo finalizado, la congregación cantó un hermoso himno que incluía estas palabras: “Igual poder de curación / que antaño se mostró”.Himnario de la Ciencia Cristiana, N.° 96. Luego, la reunión quedó abierta para los testimonios.

Nuevamente, miré con tristeza a mi alrededor, pensando que, siendo un grupo tan pequeño, los silencios serían prolongados y habría pocos testimonios. ¡Qué equivocada estaba! ¡Cuántos relatos maravillosos de curaciones fluyeron uno tras otro, con breves pausas entre ellos! Esa noche, nuestra copa estaba rebosando, porque los testimonios se prolongaron más del tiempo habitual. Verdaderamente fue una desbordante expresión del bien.

Después de la reunión, al agradecer a algunos de los miembros y visitantes por haber compartido sus experiencias, pude sentir el gozo que cada uno expresaba. No había intrusión alguna de orgullo humano. Habían sido manifestaciones espontáneas, felices, y todos deben de haber regresado a sus casas inspirados. También yo me sentí renovada, fortalecida, y muy agradecida por haber podido escuchar cómo mis amigos y vecinos se valieron de la Ciencia Cristiana para ayudarse a sí mismos y a los demás, a su comunidad y al mundo.

Al hablar de la solicitud de Dios para con los Israelitas en el desierto, la Sra. Eddy escribe: “Respondiendo a Su mandato, la roca se convirtió en manantial; y la tierra de promisión, en verdes islas de descanso”.Escritos Misceláneos, pág. 153. Me sentí profundamente agradecida a la Sra. Eddy por haber sido tan leal a la dirección de Dios al proporcionar esta continua oportunidad para que nos renovemos espiritualmente a mediados de la semana.


Otra vez os digo,
que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra
acerca de cualquiera cosa que pidieren,
les será hecho por mi Padre
que está en los cielos.
Porque donde están dos o tres
congregados en mi nombre,
allí estoy yo en medio de ellos.

Mateo 18:19, 20

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