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Reflexiones Reconsiderando las noticias y los comentarios

Esta columna aparecerá de vez en cuando, ofreciendo una segunda oportunidad para reflexionar sobre las noticias y comentarios actuales, dentro del contexto de la Ciencia Cristiana.

“Uno de los problemas sobre la manera en que los sociólogos...

Del número de septiembre de 1987 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

The Boston Globe Magazine


“Uno de los problemas sobre la manera en que los sociólogos escriben acerca del amor, es que interpretan mal su base y misión principal en nuestra vida. Con frecuencia, lo que los expertos acaban por escribir no es acerca del amor, sino acerca de lo que obstaculizó al amor. Los sicólogos escriben acerca del amor considerándolo como un enamoramiento o una afición, una obsesión o celos. O escriben acerca de los síntomas o herramientas del amor y toman una parte por el todo...

“El amor es una fuerza que nos relaciona a unos con otros y produce inmensos efectos globales, físicos, mentales y espirituales. Mi hermana, enfermera pediatra, y madre de cuatro, empezó su carrera de enfermera aprendiendo que, cuando los bebés con el síndrome fatal que desciende en espiral llamado ‘deficiencia medratoria’ eran internados en el hospital, la forma de tratamiento recomendada era el amor. Su enfermedad, que podía ser mortal si no se atendía, era insuficiente amor. Una vez que empezaban a sentir el amor de sus enfermeras, los bebés empezaban a aumentar de peso, a sonreír y a explorar el mundo que los rodeaba, en una palabra, empezaban a vivir...

“Pero el amor y la falta de amor tienen los mismos efectos inmensos, globales, físicos, mentales y espirituales sobre los adultos como los tienen en los bebés...

“Si insistimos en atribuir el amor a otra sola palabra, esa palabra tiene que ser ‘vida’. Nosotros los seres humanos experimentamos y gozamos de nuestra vitalidad amando y siendo amados”.

Reimpreso por cortesía del The Boston Globe.

Comentarios del Redactor: Este vínculo crítico entre el amor y la vida es, por cierto, evidente en el tratamiento que Cristo Jesús proveyó a quienes iban en procura de él. El relato de uno de los Evangelios dice que cuando Jesús vio a la multitud, “tuvo compasión de ellos, y sanó a los que de ellos estaban enfermos” (Mateo 14:14). Cuando él lloró, poco antes de resucitar a Lázaro, quienes estaban a su derredor dijeron: “Mirad cómo le amaba” (Juan 11:36).

Pero tal vez estemos todavía interpretando mal lo que es el amor si creemos que la compasión del Maestro era la emoción excepcional que sentía un hombre único por la humanidad. El amor que sana a un epiléptico, recupera la vista de alguien que nació ciego, y devuelve la vida a un hombre que estuvo sepultado cuatro días, sólo pudo haber sido el Amor divino que Cristo Jesús conocía y ejemplificaba. Este Amor universal, Dios, el cual es también Principio divino, es la fuente de nuestra vida. No es de extrañarse que el amor se reconozca en estos días como una forma de tratamiento. Como el escritor de 1 Juan explica: “Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios” (4:7).

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