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Cuando concurría a la universidad, mi especialidad era la administración...

Del número de enero de 1989 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cuando concurría a la universidad, mi especialidad era la administración de empresas, y era también mi tema de estudio favorito. Por medio de este estudio, alcancé una comprensión y un aprecio mayores de los complejos problemas que uno encuentra en el mundo de los negocios. Cuando me gradué, entré en el mundo de los negocios y, además de la instrucción universitaria, comencé a poner en práctica las enseñanzas de la Ciencia Cristiana en muchas situaciones que tuve que afrontar, incluso las que relataré a continuación.

Poco después de haber sido empleado, descubrí que mi empleador estaba comprometido esporádicamente en actividades inmorales e ilegales. Hablé de esto con un compañero, quien me dijo que debido a que esa actividad no dañaba a nadie, estaba justificada. No me sentí satisfecho con esa opinión, y pedí ayuda por medio de la oración a un practicista de la Ciencia Cristiana.

Durante las semanas siguientes, profundicé mi estudio de la Ciencia Cristiana. Por medio de la oración comencé a comprender mejor la relación del hombre con Dios. Vi que, en un profundo sentido espiritual, el hombre debe ser por siempre recto y obediente a las leyes de Dios. Además, obtuve un sentido, impulsado por Dios, de mi propia integridad. Sabía que, si seguía la dirección divina, no tendría que comprometerme en ninguna situación inmoral de negocios.

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