Cuando concurría a la universidad, mi especialidad era la administración de empresas, y era también mi tema de estudio favorito. Por medio de este estudio, alcancé una comprensión y un aprecio mayores de los complejos problemas que uno encuentra en el mundo de los negocios. Cuando me gradué, entré en el mundo de los negocios y, además de la instrucción universitaria, comencé a poner en práctica las enseñanzas de la Ciencia Cristiana en muchas situaciones que tuve que afrontar, incluso las que relataré a continuación.
Poco después de haber sido empleado, descubrí que mi empleador estaba comprometido esporádicamente en actividades inmorales e ilegales. Hablé de esto con un compañero, quien me dijo que debido a que esa actividad no dañaba a nadie, estaba justificada. No me sentí satisfecho con esa opinión, y pedí ayuda por medio de la oración a un practicista de la Ciencia Cristiana.
Durante las semanas siguientes, profundicé mi estudio de la Ciencia Cristiana. Por medio de la oración comencé a comprender mejor la relación del hombre con Dios. Vi que, en un profundo sentido espiritual, el hombre debe ser por siempre recto y obediente a las leyes de Dios. Además, obtuve un sentido, impulsado por Dios, de mi propia integridad. Sabía que, si seguía la dirección divina, no tendría que comprometerme en ninguna situación inmoral de negocios.
Un mes después de haber descubierto esas actividades ilegales, se me presentó otra oportunidad de trabajo. Esta posición me ofrecía más desafíos y variedad en la solución de problemas comerciales. Pude dejar mi puesto sin sentimientos de hostilidad o de pesar. Incluso, más adelante me informaron que las actividades inmorales habían cesado y que la compañía quería que regresara a trabajar con ellos. Esto me hizo ver que la curación había sido completa.
También tuve otra experiencia importante. Cuando comencé en mi nuevo trabajo, observé que existía una considerable rivalidad y conflicto entre varias personas. El trabajo era de naturaleza empresarial y requería que se actuara rápidamente entre los departamentos de comercialización, de finanzas y la gerencia. Muchas veces había que escribir informes para los clientes, y era particularmente en este respecto donde la situación se ponía crítica.
Volví a pedir ayuda a un practicista de la Ciencia Cristiana. Por medio del estudio de la Ciencia Cristiana había aprendido que no hay muchas mentes reclamando superioridad, sino que sólo hay una Mente, Dios, que es suprema y lo gobierna todo. En Ciencia y Salud por la Sra. Eddy leemos (pág. 469): “Mente es Dios. Lo que extermina al error es la gran verdad que Dios, el bien, es la Mente única y que el supuesto contrario de la Mente infinita — llamado diablo o mal — no es Mente, no es Verdad, sino error, sin inteligencia ni realidad”. Al trabajar con esta declaración, y con la ayuda del practicista, los aspectos discordantes de la situación fueron desapareciendo con el correr de los meses. Pudimos desarrollar entonces un plan de negocios de gran amplitud que fue muy bien aceptado.
Desde esa época, he tenido muchas otras curaciones en mi vida, y las oportunidades para crecer espiritualmente han sido constantes. Estoy sinceramente muy agradecido a Dios por la Ciencia Cristiana.
Grand Rapids, Michigan, E.U.A.
