Una vez oré: “Hazme rápido y veloz,
Señor, como la gacela.
Haz que deslumbre como
el enjoyado pavo real.
Dame el fuerte e
intrépido paso del tigre”.
Ahora oro: “Ayúdame
a ser paciente, Señor.
Hazme humilde,
hazme manso como la tortuga.
Enséñame belleza mediante
el gozo simple
del canto del gorrión.
Hazme conocer
la fuerza,
mediante el inocente paso
de la
ovejita”.