Aunque cada día los invitan a la fiesta,
algunos huéspedes aún indecisos
pueden estar.
“Es difícil de entender”.
“¿Merezco yo esto?” y
“No hay tiempo para confiar en Dios”.
La oración por ser humilde, por compartir,
trae el recuerdo
de la admonición ilimitada de nuestro Señor
“Venid a mí todos los que estáis cargados.. .”
Entonces ese amor del Cristo
disuelve la resistencia,
y cual niños que despiertan temprano
con el sol, respondemos:
“Padre, estamos en camino.
Gracias por invitarnos”.
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