Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

El poder que no corrompe

Del número de enero de 1989 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

The Christian Science Monitor


“El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe de manera absoluta”. Esta afirmación de Lord Acton ha sido ejemplificada muchas veces en la historia. Los dictadores sólo han traído desgracia a sus vidas y a todos los que están bajo su régimen, debido a que ejercen una autoridad absoluta. Muchas revoluciones que comenzaron de forma idealista han terminado en gobiernos tan despóticos como aquellos contra los cuales el pueblo se rebeló, simplemente porque no se comprendió la verdadera fuente del poder. El poder, cuando se concibe estrictamente como una posesión humana y personal, puede corromper a aquellos que lo ejercen, porque no expresa nada de la naturaleza y gobierno divinos. Su fundamento es mortal y, por lo tanto, autodestructivo.

El único poder absoluto que es totalmente incorruptible es el poder del Espíritu. El Espíritu es Dios, y el Espíritu no contiene ningún elemento que pueda corromperse, siendo totalmente puro y benévolo. El poder espiritual es normal para el hombre ideal de la creación de Dios, el hombre espiritual que es el reflejo de Dios, y que expresa pureza y amor. Esta es la verdadera individualidad de todos. Pero el pensamiento mortal y materialista quisiera pervertir el verdadero sentido de identidad y de poder, y tentar a los individuos a ejercer un tipo de fuerza personal y represiva.

El deseo de ejercer control personal sobre otros es egotista y egoísta. “No tendrás dioses ajenos delante de mí”, Ex. 20:3. dice el Primer Mandamiento. Esto implica ningún poder sino Dios, que es el bien. Dado que Dios es Amor así como Espíritu, El ejerce Su autoridad sólo con el propósito de bendecir. El hombre, como reflejo e imagen de Dios, no puede dejar de expresar el dominio espiritual. Cuanto más nos identificamos como el reflejo de Dios y expresamos la naturaleza divina en nuestra vida, tanto más sentimos este poder espiritual. Pero este poder sólo se puede usar para bendecir y sanar, nunca para hacer daño.

La Sra. Eddy escribe en Ciencia y Salud: “Para tener un solo Dios y valerse del poder del Espíritu, debe amarse a Dios supremamente”.Ciencia y Salud, pág. 167. Cuando nuestra fidelidad total es para este Dios puro y perfecto, recibimos el poder para hacer lo que es bueno. Nos volvemos más altruistas. Gradualmente ganamos dominio sobre el mal, incluso el malestar y la enfermedad. Nuestra verdadera naturaleza aparece en mayor medida. Comenzamos a ver que somos infinitamente más que los mortales imperfectos que parecemos ser. Nos vemos más y más como el efecto de la única causa divina y perfecta, reflejando Su poder.

Cristo Jesús expresaba la omnipotencia de Dios en grado supremo. Después de relatar cómo sanó el Maestro al hombre paralítico, la Biblia dice: “La gente, al verlo, se maravilló y glorificó a Dios, que había dado tal potestad a los hombres”. Mateo 9:8. Era la comprensión que tenía Jesús de Dios, y su amor desinteresado por Dios y el hombre, lo que le daba poder para sanar. Era la subordinación de la voluntad humana y su total sumisión al gobierno perfecto de Dios, lo que le dio poder total sobre toda clase de mal. Este es el trabajo que todos tenemos que llevar a cabo de manera creciente en nuestras propias vidas y en nuestras oraciones por la humanidad.

La Sra. Eddy escribe: “Las tendencias despóticas, inherentes a la mente mortal y que germinan continuamente en nuevas formas de tiranía, tienen que desarraigarse mediante la acción de la Mente divina”.Ciencia y Salud, pág. 225. A medida que los individuos practiquen diariamente su comprensión del poder espiritual como el único poder genuino, el despotismo inevitablemente disminuirá. El Salmista dice: “Vi yo al impío sumamente enaltecido, y que se extendía como laurel verde. Pero él paso, y he aquí ya no estaba”. Salmo 37:35, 36.

Probablemente, nunca haya existido tanta preocupación por los demás como ocurre actualmente. Abundan las organizaciones que luchan contra las injusticias y diversos tipos de males. Este progreso refleja la admisión del poder del bien y un deseo intuitivo de que se acepte como el único poder real, el cual realmente lo es. Cuando comprendamos cabalmente que este poder espiritual es totalmente bueno, veremos que el mal es un impostor, que se extiende como “laurel verde”, pero que no tiene poder permanente.

Los días de tiranía están contados, mas el poder de Dios es eterno.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / enero de 1989

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.