En una carta a su estudiante James Neal, la Sra. Eddy captó la esencia de lo que era — y seguiría siendo — el amor principal en la vida del Sr. Neal.
“Había sentido durante algún tiempo”, escribió ella, “la capacidad que usted tenía para la curación”. A juzgar por el servicio que el Sr. Neal iba a prestar como uno de los tres primeros Fideicomisarios de La Sociedad Editora de la Ciencia Cristiana, también como Presidente y, más tarde, como Director de La Iglesia Madre, lo que la Sra. Eddy dijo a continuación debe de haber sido como una declaración profética para que él la recordara: “Ser un Sanador científico genuino es la posición más elevada que se puede alcanzar en esta esfera del ser. Su posición está muy por encima de la de un Maestro o un predicador; incluye todo lo que es divinamente elevado y santo”. Cartas de la Sra. Eddy a James A. Neal, 29 de enero de 1897, Archivos y Biblioteca de La Iglesia Madre.
El Sr. Neal alcanzó en alto grado esa “posición más elevada”. A los veinte años de edad, cuando trabajaba como cajero en un banco en Irving, Kansas, propiedad de Joseph Armstrong, James Neal oyó hablar de la Ciencia por primera vez a través de la curación que tuvo la Sra. Armstrong. Casi de inmediato el joven James comenzó a sanar a los demás. Su primer paciente fue el hermano del Sr. Armstrong. Reminiscencias de James Neal, Archivos.
Catorce meses más tarde, James Neal renunció en el banco para dedicarse por completo a la práctica de la Ciencia Cristiana, viviendo en diferentes partes en el oeste medio de los Estados Unidos durante los cinco años siguientes. Las curaciones, en el estado de Kansas solamente, incluyeron casos de sordera, tuberculosis, ceguera y cáncer.
Cuando estuvo en Nebraska, el Sr. Neal restableció a una niña que padecía de una violenta demencia. Otro caso notable fue el de un niño que, al clavársele el diente de una horquilla para el heno, se le perforó el cráneo. Cuando el Sr. Neal llegó al lugar, encontró varias carretas estacionadas frente a la sencilla casita. Como un médico les había dicho que no había esperanzas para el niño, la gente estaba esperando para ver qué haría el Científico Cristiano. ¡Y lo que hizo fue curarlo! Al tercer día el niño estaba completamente bien.Ibid.
En 1892, el Sr. Neal fue llamado a Boston para trabajar como tenedor de libros en el trabajo relacionado con las publicaciones periódicas de la Iglesia. Al principio se resistía a ir, pero cuando le dijeron que la Sra. Eddy había pedido especialmente que él fuera, obedeció de inmediato. Ella en seguida dispuso que trabajara medio día en la oficina para que pudiera dedicar el resto del tiempo a la práctica sanadora.
En 1895, la Sra. Eddy asignó a James, que tenía veintinueve años de edad, y a su amigo Thomas Hatten, la propiedad literaria de su Manual de La Iglesia Madre, un fideicomiso que ambos tuvieron por más de siete años, hasta que la Sra. Eddy asumió la propiedad literaria en 1903.
Aunque las tareas oficiales del Sr. Neal habían aumentado, su amor activo por la práctica siempre fue evidente, como puede verse en un informe financiero que escribió para la Sra. Eddy, el cual terminó con el agregado: “Sané a otro alcohólico”. Carta de Neal a la Sra. Eddy, 13 de diciembre de 1897, Archivos.
La Sra. Eddy se regocijaba con noticias como ésas. Unos meses después ella le escribió: ”.. . no permita que nada obstaculice su trabajo de curación[;] esi está por encima de todo lo demás”. Carta de la Sra. Eddy a Neal, 14 de junio de 1898, Archivos. Por esta razón ella consintió, poco después, al pedido del Sr. Neal de ser relevado de su cargo de Fideicomisario.
Durante los años que siguieron, la Sra. Eddy pidió al Sr. Neal que la asistiera de diferentes maneras. Ella apreciaba su ayuda eficiente y práctica. Tal ayuda incluyó la adquisición de caballos para su carruaje, hacer los arreglos necesarios para una de sus estadías en Boston, y encontrar pintura bronceada para la fuente en Pleasant View. Pero ante todo, ella valoraba su capacidad para sanar. En varias oportunidades, recomendó su nombre como practicista, considerándolo uno de los mejores de la época. Ver, por ejemplo, las reminiscencias de Eleanor Winslow, Archivos.
El concepto que nuestra Guía tenía acerca de James Neal da a las palabras de éste un significado especial: “... es nuestra responsabilidad hoy como Científicos Cristianos.. . enfrentar resueltamente todo argumento que trate de presentar una razón plausible por la cual cada uno de nosotros no debería sanar al enfermo. Todos debemos estar alerta, con creciente espiritualidad, a cualquier tentativa de justificarnos por la falta de experiencia en la curación, aun cuando se presente bajo el pretexto de que estamos sanando los problemas de nuestros negocios, de la iglesia o del mundo, o que nos estamos ocupando de cosas de mayor trascendencia. ¡No hay nada de mayor trascendencia!” The Christian Science Journal, Vol. 36, diciembre de 1918, pág. 427.
