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[Original en alemán]

Cuando mi hija tenía diez meses, le salió eczema en todo el cuerpo....

Del número de noviembre de 1989 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cuando mi hija tenía diez meses, le salió eczema en todo el cuerpo. La hospitalizaron tres veces, y continuó bajo cuidado médico por varios meses, pero sin ningún alivio. Así que decidimos cuidarla en casa.

Yo estaba tan desesperada que pensé que no podría soportarlo más; y temía por la vida de la criatura. Mi marido se sintió muy preocupado y fue a hablar con su padre, que vivía cerca. Cuando regresó me dio un libro grueso, que era de su padre, titulado Wissenschaft und Gesundheit mit Schlussel zur Heiligen Schrift [Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras] por Mary Baker Eddy. Me dijo que debería leerlo.

Después de haber acostado a mi hija empecé a leer. Leí con el deseo y el esfuerzo que haría una persona que se está ahogando para salvarse. Nunca había oído hablar sobre Ciencia Cristiana, pero fue como si hubiera estado esperando este libro con ansiedad. Leí hasta tarde en la noche. Cuando me desperté de mañana y fui a ver a mi hija me froté los ojos, porque pensé que no estaba viendo bien. Pero era cierto, había sanado. Todo su cuerpo estaba tan suave como el de un niño recién nacido.

Después me enteré de que una de la tías de mi marido era Científica Cristiana y que, cuando mi marido era niño, había sanado de una afección similar de la piel por medio de la Ciencia Cristiana. Comencé a estudiar la Ciencia, y poco a poco fui perdiendo mis conceptos tradicionales sobre la enfermedad y la medicina. Tuve muchas curaciones maravillosas, algunas con la ayuda de una practicista de la Ciencia Cristiana, otras por el desarrollo de mi propio entendimiento espiritual.

Una de esas curaciones fue la de un severo dolor que se presentaba con regularidad. Había consultado a un médico que me había dado inyecciones, pero por último me dijo que no me podía ayudar. Decidí buscar la solución en la Ciencia Cristiana. Oré; supe que Dios era mi médico, y me curé. Eso fue hace veinticinco años.

Estoy muy agradecida porque mi hija y mi nieto han adoptado la Ciencia Cristiana.


Yo soy la hija que sanó de eczema. Por supuesto que no recuerdo esta curación, dado que era muy pequeña, pero he oído hablar de ella muchas veces en mi familia.

Me gustaría relatar una experiencia. Cuando mi hijo Daniel tenía alrededor de siete meses, se cayó sobre el borde afilado de una puerta lastimándose seriamente en la cabeza. Lo senté en mi regazo y oré en voz alta, incluyendo las palabras de "la exposición científica del ser" de Ciencia y Salud (pág. 468). Inmediatamente pude ver cómo el chichón disminuía, desapareciendo toda señal de la herida. Mis oraciones han ayudado muchas veces a Daniel en forma rápida y eficaz. No puedo imaginar la vida sin la Ciencia Cristiana.

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