Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

RESEÑA

Urgentes necesidades de la comunidad: una manera cristiana de ser realmente útil

Del número de noviembre de 1989 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


“En este momento estoy sumamente ocupado como para hacerme cargo de algo más”.

“Seguramente hay alguien más capacitado que yo”.

“De cualquier manera, no hay realmente mucho que podamos hacer para resolver esto”.

Cuando se nos presenta otra urgente necesidad de la comunidad, la iglesia o la familia, es natural sentir que sencillamente ya no tenemos tiempo para hacernos cargo de algo más. Pero ¿qué decir si la necesidad es vivir realmente más del espíritu del Cristo? ¿Podemos realmente negarnos a hacer la parte que nos corresponde?

Preguntas como ésas son a las que Gail Michelson, una Científica Cristiana, tuvo que responder hace varios años. Su experiencia puede ilustrar algo de la manera en que el cristianismo científico provee de manera natural el ímpetu y el medio de ayudar no sólo a la familia y a la iglesia, sino también a la comunidad. Percibió que la inspiración divina no es escasa, sino que pone a nuestra disposición abundante capacidad para ser realmente útiles.

Una noche, a la hora de cenar, oí un choque en la carretera que pasa por donde vivimos. Sentí el impulso de ver si podía ayudar y corrí hacia la esquina. Vi a un niño tendido en medio del cruce de las calles, una bicicleta destrozada y, en el otro lado de la carretera, un automóvil con un joven apoyado sobre él, llorando. Me arrodillé junto al niño y le hablé. Movió su cabeza y vi que tenía la nariz casi separada de la cara. Le hablé con calma. Le dije que Dios lo amaba, que seguía amándolo, y que no obstante lo que dijeran otras personas de ahora en adelante, Dios estaba cuidando de él. Lo llevaron al hospital en una ambulancia.

Al ir caminando de vuelta a mi casa, oré para recibir dirección espiritual. Al llegar a casa, recurrí al libro The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany escrito por Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens), donde leí la frase siguiente: “Y ¡cómo es el hombre, visto a través de la lente del amplificado, y cuán contrario al polvo es su origen, y cuánto se acerca a su original, jamás separado del Espíritu!” Miscellany, pág. 129: "And how is man, seen through the lens of Spirit, enlarged, and how counterpoised his origin from dust, and how he presses to his original, never severed from Spirit!” El haber hallado ese pasaje en ese momento me conmovió profundamente, y me sentí tranquila y en paz. Al día siguiente llamé por teléfono al hospital y me dijeron que el niño había sido dado de alta y enviado a su hogar.

Pocos días después, una vecina que también había ido a ayudar al niño ese día, me llamó para hablar sobre qué se podía hacer para que ese cruce fuera más seguro, pues habían ocurrido muchos accidentes allí. Al hablar con ella, recordé haber leído en Un siglo de curación por la Ciencia Cristiana acerca de una mujer que vivía cerca de un cruce peligroso donde estaban ocurriendo graves accidentes. Ella estaba orando acerca de ello. Ver Un siglo de curación por la Ciencia Cristiana (Boston: The Christian Science Publishing Society, 1966), págs. 187–188. Un día en que había ocurrido otro accidente, oró, declarando la totalidad de Dios. De repente vio una solución al problema de tráfico. Se puso en contacto con el municipio y presentó una idea que, finalmente, fue aceptada y puesta en vigor en todos los cruces críticos en la extensa ciudad en la que ella vivía. Recibió una felicitación del municipio por su ayuda a la comunidad. Tomé el libro y leí esto en voz alta a mi vecina.

Nos vino una idea sobre cómo podía mejorarse nuestro cruce de carreteras. Aun cuando nuestra solución parecía muy sencilla, me puse en contacto con los funcionarios del municipio y les envié una carta, que firmó todo el vecindario. Los funcionarios del municipio estuvieron muy dispuestos a colaborar e hicieron los cambios necesarios, los cuales incluían la instalación de un mayor número de señales de alto. No obstante, durante las siguientes semanas, cada vez que se instalaba una señal la estropeaban o la robaban. Se informó a la policía. No les sorprendió, y advirtieron que el vandalismo causado por los adolescentes en toda la ciudad estaba fuera de control, que deberíamos aceptarlo y acostumbrarnos a él.

A medida que seguía orando sobre el asunto, me vino la idea de escribir una carta a quienes se estaban robando las señales e imprimirla en el periódico local. Cuando me puse en contacto con el periódico, me alentaron a escribir la carta y me aseguraron que la imprimirían. Sentí la seguridad de que el tono de la carta sería tan importante, si no más, que las palabras expresadas, y a medida que oraba acerca de lo que debía escribir vino a mi mente una idea acerca de los niños, que había sido compartida en un reciente testimonio de curación. La idea era que recurriera a la acción del Cristo en el pensamiento del niño, a su verdadera espiritualidad y bondad. Me sentí segura en mi propio pensamiento de que hay “una influencia divina que está siempre presente en la consciencia humana”, Ver Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, pág. xi. como escribe la Sra. Eddy, las palabras vinieron, la carta surgió y se publicó.

El vandalismo terminó rápidamente después de eso. No hubo más accidentes en el cruce de nuestras calles. Más tarde, recibí una carta del departamento de policía felicitándome por mi interés en el asunto.

Cuando ocurrió todo esto, era Primera Lectora en mi filial de la Iglesia de Cristo, Científico. Llegó a gustarme mi puesto, aun cuando originalmente había rehusado aceptarlo. Me había sentido abrumada por una exigente situación familiar; estaba viviendo con uno de mis padres cuidándolo veinticuatro horas diarias. No obstante, puedo decir sinceramente que aquello a lo que más me resistí me bendijo y me dio gran felicidad. Me gustaban especialmente las lecturas de las reuniones de testimonios de los miércoles, y las consideraba como oraciones en bien de necesidades y momentos críticos locales, nacionales e internacionales. Oré en procura de docilidad para estar dispuesta a descartar un tema ya preparado, si parecía apropiado, para abordar una situación urgente en nuestra comunidad o en alguna otra parte del mundo. Al mismo tiempo, se me presentaron varias oportunidades inesperadas de compartir la Ciencia Cristiana con otros, y considero que el hecho de volver mi atención más allá de mis necesidades hizo que esto ocurriera. Empecé a comprender la necesidad de vivir en mi vida diaria las ideas que estaba leyendo en voz alta los domingos y los miércoles. Estoy más segura que nunca de la relación que hay entre servir a la iglesia y beneficiar a la comunidad.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / noviembre de 1989

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.