Refiriéndose a la gran acogida que tuvo el ministerio de Cristo Jesús, el Apóstol Lucas dice: "Los que tenían enfermos de diversas enfermedades los traían a él; y él, poniendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba". Lucas 4:40.
¿Qué era lo que Jesús veía diferente de lo que otros veían en la sufriente multitud, que lo capacitaba para sanarlos? Es obvio que no podía haber conocido personalmente a cada uno de los enfermos y lisiados que venían o que traían a él para ser sanados. Entre ellos debe de haber habido ricos y pobres; algunos con agradables personalidades y otros con actitudes desagradables, algunos que eran miserables pecadores y otros que eran devotos adoradores. Jesús sanaba a toda clase de personas. El hecho es que venían con expectación o, por lo menos, con la esperanza de ser sanados.
Tal vez se habían enterado por otros que habían sido sanados. O quizás intuitivamente sintieron que él los sanaría. En todo caso, esta expectación les predisponía el pensamiento para ser tocados por el Cristo, la Verdad. Puede que hayan vislumbrado algo de la espiritualidad que poseían, y esto los elevaba por encima del sentido de separación del bien, Dios, y los sanaba.
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