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[Original en español]

El problema del sufrimiento universal, y el hecho de que yo mismo...

Del número de noviembre de 1989 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


El problema del sufrimiento universal, y el hecho de que yo mismo había padecido de una afección crónica del oído desde la niñez, me llevaron a conocer diferentes religiones con la esperanza de encontrar en ellas la influencia sanadora de Dios a través del Cristo.

Entonces, un día, una querida amiga me regaló dos ejemplares de El Heraldo de la Ciencia Cristiana. La lectura de estas revistas y sus declaraciones de que el Espíritu es la única sustancia verdadera y que la materia es solamente una creencia falsa, un sueño mortal, me ayudaron a identificarme mejor como la imagen y semejanza espiritual de nuestro Hacedor, un Padre bondadoso que nos ama y protege.

Muy pronto se presentó la oportunidad de demostrar estas grandes verdades. Estaba trabajando en una obra en construcción cuando mis compañeros de trabajo y yo fuimos informados por delegados sindicales que, para aprovechar las fechas cercanas para la terminación de algunos proyectos, era necesario realizar paros parciales para obtener mejores salarios. Los paros fueron aceptados a nivel nacional, no sólo en el ramo de la construcción, sino en varias actividades más.

Con un entendimiento más claro y elevado de Dios, que obtuve mediante las verdades espirituales que había leído en los Heraldos, percibí el error de la mente humana, tan falso como sus propias creencias, impartiendo órdenes y decisiones sin solicitar el consejo ni la inspiración celestial de Dios. Después de orar, decidí no unirme a los paros. Cuando las huelgas comenzaron continué trabajando. Algunos compañeros de trabajo me dijeron que sufriría agresiones si no dejaba de trabajar.

Esto dio comienzo a una verdadera lucha mental, mas la Mente del Cristo obraba en mí ayudándome a ver a estos compañeros de trabajo no como a un grupo de amenazantes personas, sino realmente como hijos preciosos de Dios, creados perfectamente por el Padre, reflejando sólo pureza, mansedumbre, amor; pues todo lo que Dios creó es bueno, y sólo existe lo que Dios creó.

Mis temores fueron silenciados, echados fuera, cuando leí el pasaje bíblico en el que Daniel es salvado en el foso de los leones. Este versículo dice (Daniel 6:22): "Mi Dios envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones, para que no me hiciesen daño, porque ante él fui hallado inocente". Obtuve un entendimiento más claro de que todo es el bien, que todo es Amor, pues Dios es Amor y no hay otro fuera de El.

Así se disolvió la amenaza de agresión. No sufrí ninguna. A través de algunos escritos que distribuí entre mis compañeros expresé claramente las razones por las que no me adherí al paro, dando testimonio de que en el reino de la armonía no hay carencia.

Poco después, esta amiga que me había dado los Heraldos me invitó a conocer una Sala de Lectura de la Ciencia Cristiana y los servicios religiosos de una Sociedad de la Ciencia Cristiana. Conocí el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. Estos escritos divinamente inspirados me ayudaron a conocer a Dios. Cuando terminé de leer el libro, sané de la enfermedad del oído, que había durado tanto tiempo; la enfermedad desapareció por completo.

Me siento muy agradecido a Dios por Sus maravillosas revelaciones a través del Cristo y la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens).


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