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Hagamos de la Biblia algo viviente

Del número de noviembre de 1989 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¡Qué extraño fenómeno! Muchas veces aquello que con tan buenas intenciones nos proponemos honrar, termina siendo una rutina, algo con lo que estamos demasiado familiarizados.

La mayoría de los cristianos desean honrar a la Biblia. En muchos hogares ocupa un lugar de respeto, hasta de veneración. No obstante, demasiado a menudo no es una fuerza viviente.

Algunas personas en los Estados Unidos, genuinamente preocupadas por la creciente mundanalidad de la época, esperan restablecer la Biblia y la religión a un lugar prominente en la vida. Al igual que otras personas del mismo sentir en muchas partes del mundo, piensan que si de algún modo se pudiera lograr que el gobierno rindiera tributo a la religión, esto traería el cambio necesario. Pero aparentemente no es posible lograr que la Biblia cobre vitalidad mediante un sistema institucional. La lamentable verdad es que, probablemente, tal intento resultaría justo en lo opuesto, a saber, en reacciones, divisiones y, finalmente, en una insípida rutina.

Lo que se mantiene vivo es la verdad que se demuestra ser verdad. A pesar del tiempo que esta verdad pueda ser reprimida por sistemas dictatoriales, o por el paralizador fingimiento de comités y burocracias, la verdad, no obstante, vive. Como renuevos de la hierba que por fin se abren paso a través del asfalto del pavimento, la verdad no será negada.

La Biblia "vive" porque está llena de genuina sabiduría y verdad. No necesitamos hacer algo para avivarla, pero sí necesitamos vivir la vida que ilustra.

En una época tan influida por razonamientos humanos y por conclusiones sobre la ciencia natural, que ahora insisten ser la única base legítima del pensamiento humano, tal vez necesitemos recordar que nuestra base está en la Biblia.

El primer Artículo de Fe de la Ciencia Cristiana dice: "Como adherentes de la Verdad, aceptamos la Palabra inspirada de la Biblia como nuestra guía suficiente hacia la Vida eterna".Ciencia y Salud, pág. 497.

Pero tan insistente es la tal llamada mente moderna que arroja dudas sobre esto y dice: "Bueno, pero ¿cómo puede usted aceptar la Palabra de la Biblia, esa antigua colección de dichos e historias tan opuestos a las brillantes maquinarias y aparatos científicos y a los exactos logros de esta era, tales como naves espaciales, rayos láser y transplantes de órganos mediante operaciones quirúrgicas?"

Podemos aceptarla porque la Biblia no es un manojo de anticuadas opiniones humanas. Realmente, la Biblia nos dice cómo emergió la idea espiritual en la experiencia humana, y qué es lo que hace esta idea espiritual para que la vida humana sea agradable y significativa, algo que jamás ha logrado ni nunca logrará hacer ninguna filosofía, teología académica ni ciencia natural. La Biblia nos da en el Nuevo Testamento el supremo ejemplo (en Cristo Jesús) de lo que es el hombre y de lo que descubriremos que somos nosotros, a medida que la idea espiritual se acepte y se viva.

Podríamos decir que la Biblia señala el camino hacia la Ciencia del hombre, no hacia la ciencia de leyes y tecnología materiales, y ésa es la razón por la cual la Biblia se vuelve cada vez más interesante.

Por supuesto, siempre se ha reconocido que la Biblia es una fuente de inspiración, pero en el siglo veinte esto se ha oscurecido debido a la agresividad del razonamiento humano. Así las Escrituras han pasado a ser, para muchas personas, impracticables y anticuadas.

Pero a medida que vamos reconociendo más y más que la Biblia es un registro científicamente correcto de la comprensión de lo que es Dios y el hombre, manifestándose en la existencia humana, entonces la Biblia resulta ser un libro viviente. No hay duda de que la interpretación espiritual de lo que se narra en la Biblia hace que ésta sea un libro viviente. Y todo lo que necesitamos hacer es dar una mirada al capítulo "Los frutos de la Ciencia Cristiana", en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, para ver cómo esto es exactamente lo que ocurrió a medida que las personas recurrieron a la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) y aprendieron que la idea espiritual, o Cristo, influye en la vida de los hombres tan positivamente como influyó y sanó la de aquellos en los tiempos del Nuevo Testamento.

Hay que leer la Biblia para descubrir su vitalidad. Y por cierto que ayuda el estudiarla. Pero se necesita mucho más que una mera información académica.

La Sra. Eddy, Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, lo resume así en Ciencia y Salud: "El conocimiento sin inspiración de las traducciones de las Escrituras ha impartido poco poder para practicar el Verbo. De ahí que la revelación, el descubrimiento y la presentación de la Ciencia Cristiana —la Ciencia del Cristo, o 'nueva lengua' de la cual San Marcos profetizó— se convirtió en un requisito en el orden divino. Con las veloces alas del pensamiento espiritual el hombre se eleva por encima de la letra, la ley o la moral del Verbo inspirado hacia el espíritu de la Verdad, por medio del cual se alcanza la Ciencia que demuestra lo que es Dios. Cuando la Biblia se lee y se practica de esta manera, no hay posibilidad de que sea mal interpretada".The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 238.

La interpretación espiritual de la Biblia no implica atribuir a la Biblia cosas que no están allí y que el autor no intentó decir. Lo que significa es que hay que dejar que el espíritu de la Verdad, como es revelado en la Ciencia Cristiana, descubra la naturaleza subyacente de una historia o un acontecimiento. Entonces comenzamos a ver cómo han operado la ley espiritual y el Principio divino en la experiencia humana desde los tiempos bíblicos hasta los nuestros, y cómo esa experiencia hace que la Biblia sea un libro viviente.

Es fundamental, por cierto, haber estado aprendiendo acerca de este Principio divino en nuestras propias vidas. Por ejemplo, alguien que haya visto en varias ocasiones cómo una comprensión del Principio divino, Dios, puede liberar del odio y de la envidia, encontrará la historia de José y de sus hermanos de gran actualidad. Una definición que se halla en el Glosario de Ciencia y Salud ayuda en gran medida a aclarar esta narración. Muestra qué fue lo que operó en la historia de José. La definición describe a José como "un mortal corpóreo", pero también indica el significado espiritual que representa este personaje bíblico: "un concepto más elevado de la inmortalidad y supremacía de la Verdad; afecto puro que bendice a sus enemigos".Ciencia y Salud, pág. 589.

Y así, en 1989, sólo a pocos años del advenimiento del siglo veintiuno, todavía podemos razonablemente aceptar "la Palabra inspirada de la Biblia como nuestra guía suficiente hacia la Vida eterna". Esta es una guía que está muy adelante del conocimiento aparente ser. Esta guía nos enseña, como ninguna otra cosa, lo que es nuestra verdadera naturaleza. Nos habla de la Ciencia del hombre.

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