Cuando la vida se torna gris
con soledad
cual lúgubres cielos invernales,
yo aún continúo
amado y protegido
ante los ojos de Dios, plenos de amor.
Y cuando comparto
Su gracia,
no encuentro causa
para lágrimas;
las nubes se salpican
de colores,
cuando la alborada del gozo
reaparece.
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