“Tanto evangelistas como pietistas se dieron cuenta muy pronto, a veces más claramente cuando estaban de misioneros que cuando estaban en sus propias comunidades, que al mundo no cristiano no le bastaba ver cuadros de Jesús, aunque éstos tuviesen los rasgos físicos de la población local; como tampoco oír palabras acerca de Jesús, aunque éstas se hablaran en el idioma vernáculo. No fueron suficientes tampoco ni aun en los tiempos de Jesús, por lo cual él vino como sanador y no solamente como maestro. De manera similar, la misión de sus seguidores durante el segundo y tercer siglos fue la de ayudar y sanar, y no solamente de evangelizar. Pues la palabra ‘salvación’ –soteria en griego, salus en latín y en los idiomas que derivaron del mismo, Heil en alemán y en los idiomas afines– significaba ‘salud’ ”.
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