El hombre — la imagen y semejanza de Dios — tiene una relación indestructible con El. Estoy agradecido por haber demostrado, una y otra vez, que el apoyarse en esta verdad siempre resulta en bendiciones.
Hace varios años, un miércoles, asistí a una reunión vespertina de testimonios en una filial de la Iglesia de Cristo, Científico, en una ciudad distante de mi casa. Muchos de los testimonios que dieron los miembros de la congregación se referían a la protección divina. Después de la reunión, tomé un tranvía para regresar a mi hotel. Yo era el único pasajero. En una parada, cinco jóvenes subieron al tranvía. Dos de ellos se sentaron frente a mí, dos detrás de mí, y el quinto se sentó a mi lado.
Mi primer pensamiento fue sobre mi vulnerabilidad de ser atacado, especialmente porque el tranvía había entrado en un largo túnel y estaba fuera de la vista del público. Entonces recordé los útiles testimonios que había escuchado. Traté de ver la situación más profundamente, y me di cuenta de que todos nosotros estábamos bajo el cuidado protector de Dios. Yo sabía que el amor y la ley de Dios nos protegían a cada uno de nosotros.
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