Hace aproximadamente dieciséis años, antes de conocer la Ciencia Cristiana, un especialista diagnosticó que yo tenía múltiple esclerosis. Además, me dijeron que quedaría ciego y que tenía de seis meses a un año de vida. Este diagnóstico fue hecho después de haber pasado varios meses de extensivos exámenes hechos por especialistas en ese ramo. Después de haber recibido los resultados de los estudios médicos y de que me hubieran dicho que no había nada que la profesión médica podría hacer por mí, me sentí deprimido, lleno de ira y temor.
Camino a casa continué pensando en Dios. A pesar de lo que me habían enseñado, siempre había tenido la sincera convicción de que Dios no es un Dios de venganza o de ira, sino un Dios bondadoso, lleno de amor y compasión.
Le dije a mi esposa los resultados de los exámenes médicos, y luego ella fue a una Sala de Lectura de la Ciencia Cristiana para hablar con la bibliotecaria sobre Ciencia Cristiana. Mi esposa entonces trajo a casa un ejemplar de Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, y empezó a hablarme sobre todas las cosas maravillosas que la Ciencia Cristiana había hecho por la gente. Ella sintió que si yo leía el libro y solicitaba ayuda a un practicista de la Ciencia Cristiana, podría vencer la terrible enfermedad.
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