He sido Científico Cristiano toda mi vida y he recibido muchas bendiciones. También he tenido experiencias difíciles, pero como dice Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy (pág. 66) “Las pruebas son señales del cuidado de Dios”. ¡He tenido muchas pruebas de este cuidado!
Una curación, que considero sobresaliente fue la del oído, pues no podía oír bien. Esto ocurrió cuando tenía alrededor de nueve años. Mi oído iba declinando a tal punto que, en la escuela, tenía que sentarme en la primera fila para poder oír lo que decía la maestra.
Mi familia y yo habíamos estado orando sobre este problema, pero la evidencia material era desalentadora. Mi madre, a pedido de mis maestros, y tratando de encontrar una solución temporaria, me llevó para que me examinaran el oído.
El médico no nos alentó. Dijo que el problema lo constituía una grave obstrucción y que sólo una operación lo podía corregir. Agregó que la operación sería peligrosa y que podría perder el oído por completo.
Cuando mi madre me trajo a casa, me preguntó qué quería hacer; si quería depender de la ayuda del médico o continuar apoyándome por completo en la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens). Le dije firmemente que quería apoyarme por completo en la Ciencia Cristiana para la curación.
Obtuvimos ayuda, por medio de la oración, de un practicista de la Ciencia Cristiana, y juntos estudiamos mucho la Biblia y Ciencia y salud. Nos aferramos a lo que era verdad acerca de mí como hijo de Dios, afirmando que yo no era un niño mortal y material, sujeto al capricho de condiciones materiales, sino que, en realidad, yo era la imagen y semejanza de Dios, como se expresa en el primer capítulo del Génesis (ver Gén. 1:26). Fueron de especial ayuda en nuestras oraciones y afirmaciones de las verdades espirituales las palabras de Cristo Jesús (Marcos 8:18): “¿Teniendo oídos no oís?”, y la definición de oídos en Ciencia y Salud (pág. 585): “No los órganos de los llamados sentidos corporales, sino comprensión espiritual”. La curación completa tuvo lugar al cabo de un año.
Nueve años más tarde, tuve que pasar por un examen físico muy a fondo como parte del proceso para solicitar el ingreso a una academia militar. El médico que me examinó hizo un examen completo del oído y terminó diciendo: “¡Bueno, usted tiene un oído perfecto. Estoy seguro de que realmente disfruta la música!”
Una de las verdaderas “pruebas” en mi vida fue el divorcio. Me separé de mi primera esposa después de tres años de matrimonio, y apenas un año después de que nació nuestro hijo. La separación y el divorcio me dejaron en un estado de profunda depresión, con una terrible sensación de fracaso. El estado de temor y confusión era tan agudo que no pude ayudarme a mí mismo, y tampoco pudieron ayudarme otros.
Durante varios años, mi vida se convirtió en lo que podría llamarse una experiencia en el “desierto”. Ciencia y Salud define desierto de la siguiente manera (pág. 597): “Soledad; duda; tinieblas”. Pero esta definición material de desierto es seguida por el significado más elevado: “Espontaneidad de pensamiento e idea; el vestíbulo en que el sentido material de las cosas desaparece y el sentido espiritual revela las grandes realidades de la existencia”. Este “sentido espiritual” de las cosas era lo que estaba ante mí y me consoló leer esa profecía.
Un día, después de aquellos años llenos de confusión, en que cometí muchos errores morales y mentales, concurrí a una pequeña filial de la Iglesia de Cristo, Científico, en el estado de Washington. Aquel fue un momento decisivo en mi vida. Los miembros de la iglesia fueron muy amables, y sus cultos religiosos inspiraban curación. Me sentí incluido en lo que allí sucedía, perdonado y fortalecido. Comencé a sentir nuevamente un destello de verdadero regocijo espiritual en la vida, y un renovado amor por el bien que me trajo aliento y convicción para crecer espiritualmente.
Finalmente, después de sobreponerme a temores y dudas mentales sobre si estaba preparado para la afiliación, me uní a la iglesia filial y fui un miembro activo. Tal decisión y cometido, al parecer hizo que mi vida “levantara vuelo” en la dirección correcta. Me sentía más feliz y era más productivo en todas mis actividades. Al año siguiente, conocí a una persona muy especial, y más adelante nos casamos. Ella apoya mucho la Ciencia y su labor sanadora. Concurre conmigo asiduamente a los cultos de la iglesia, e incluso ha tenido sus propias curaciones por medio de la Ciencia Cristiana.
Estoy realmente muy agradecido por esta Ciencia divina.
Glendale, Arizona, E.U.A.