Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

¿Es evangélica la Ciencia Cristiana?

Del número de febrero de 1989 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿Qué hace que una iglesia sea o no evangélica? Muchas personas, aun Científicos Cristianos, quizás opinen que el movimiento de la Ciencia Cristiana pertenece a la categoría de “no evangélica”. Pero, probablemente, los primeros Científicos Cristianos no habrían estado de acuerdo con esta opinión.

La “Reseña Histórica” en el Manual de La Iglesia Madre por la Sra. Eddy describe a los miembros fundadores de la Iglesia de Cristo, Científico, en 1879, como sigue: “Eran miembros de iglesias evangélicas que habían estudiado Ciencia Cristiana bajo la dirección de la Sra. Mary Baker Eddy, y eran conocidos como ‘Científicos Cristianos’ ”.Man., pág. 17. En otra parte la Sra. Eddy escribe: “La Ciencia Cristiana es la verdad evangélica pura. Está acorde con la tendencia y el tenor de las enseñanzas y ejemplo de Cristo, a la vez que demuestra el poder de Cristo como se enseña en los cuatro Evangelios. La Verdad, echando fuera errores y sanando enfermos; el Amor, cumpliendo la ley y manteniendo al hombre sin mancha del mundo, — estas manifestaciones prácticas del cristianismo constituyen el único evangelismo y no necesitan credo”.Retrospección e Introspección, pág. 65.

Es cierto que la definición que ella da de evangelismo difiere, en cierta manera, de los conceptos prevalecientes de su época y de la nuestra. Pero esto no hace que su concepto del evangelismo sea menos cristiano.

Para que una iglesia sea considerada evangélica, ¿debe ésta enseñar que la esencia del evangelio es la condición pecadora del hombre y de su necesidad de salvación? La Ciencia Cristiana no niega la necesidad de salvación del ser humano; pero enseña que las “buenas nuevas” del evangelio es el hecho actual de la espiritualidad e integridad esenciales del hombre. Sobre esta base, enseña que la salvación se obtiene mediante la negación y no la afirmación, del poder y la realidad que pretende tener el mal. Lejos de ignorar el mal, esta negación se hace evidente en la destrucción del mal. Los Evangelios declaran que no somos débiles ni impotentes ante el pecado y la enfermedad, sino fuertes, mediante el Cristo, para vencer esos errores. Tampoco estamos en libertad de entregarnos al mal. El hombre a imagen de Dios no puede pecar. Como lo declara la Primera Epístola de Juan: “Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios”.1 Juan 3:9.

Los Científicos Cristianos consideran esa Escritura como una declaración del ser actual del hombre y como un llamado a la acción para comprobar ese hecho. La curación del pecado y de la enfermedad a la manera del Cristo es lo que demuestra nuestra unidad con Dios; y es únicamente mediante la curación que la irrealidad del mal y su falta de poder son entendidos y demostrados. Cada individuo tiene la libertad y el deber sagrados de corregir sus propios pensamientos y acciones que no sean cristianos y hacer que su vida esté en conformidad con Cristo. Sólo de esta forma podemos declarar sinceramente con la Epístola de Juan: “Amados, ahora somos hijos de Dios” 1 Juan 3:2. y hacer el trabajo necesario para evangelizar al mundo.

La meta fundamental del evangelismo es “predicar el evangelio”, es decir, anunciar las buenas nuevas de salvación por medio del Cristo. Por supuesto que la prédica generalmente se hace por medio de alguna forma de comunicación oral, como es la conversación. Pero la clase de “conversación” empleada para predicar Ciencia Cristiana es la misma “conversación” a la que se refiere la versión King James de la Biblia. De acuerdo con la Concordancia de Cruden, cada vez que la versión autorizada emplea esa palabra, jamás significa el mero hablar con alguien, sino que significa conducta o manera de vivir. Esto presenta un interesante punto de vista sobre el evangelismo. Santiago dijo: “¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta (conversación, según el inglés) sus obras en sabia mansedumbre”. Sant. 3:13.

De esto se deduce que aquel que expresa sabiduría en las enseñanzas de Cristo Jesús, predicará primordialmente por medio de una fe viviente y firme, por medio de una vida llena de las buenas obras del Espíritu. Esa es la forma en que el mensaje de Ciencia Cristiana llega mejor y de manera más convincente a la humanidad. Cuando mantenemos la norma elevada de la Palabra revelada de Dios al máximo de nuestra capacidad en todo lo que decimos y hacemos, nuestro ejemplo ayuda a los corazones receptivos a entender mejor el evangelio, ayudando así a los demás a seguir al Cristo, la Verdad, más fielmente en su propia vida. Lo que ocurrió en mi familia da prueba de esto.

A edad avanzada una de mis abuelas tuvo un problema físico que la obligó a pasar un tiempo en un hogar para ancianos. Allí no había enfermeras de la Ciencia Cristiana, pero el administrador aceptó que se apoyara por completo en la Ciencia Cristiana para su curación, y respetó su derecho a renunciar a todo tratamiento médico. Aunque pasó por períodos de intenso sufrimiento, pronto sanó por medio de la Ciencia Cristiana. El día que regresó a su casa tuve oportunidad de hablar con el administrador del hogar de ancianos. Me dijo que al ver las dificultades por las que pasó mi abuela y su curación, ahora sentía un gran respeto por la Ciencia Cristiana. Pero, agregó, que ella le había enseñado algo más, que a su parecer era aún más importante. Me explicó que el ejemplo de mi abuela le había hecho ver que los otros pacientes internados (que no eran Científicos Cristianos) recibían medicamentos en exceso. Como resultado de esto, y en colaboración con el personal, se redujo la medicación en varios casos con efectos muy positivos en el cuidado y mejoría de los pacientes. Todo esto comenzó simplemente porque una mujer se esforzó por tratar de vivir la Ciencia Cristiana en un momento de gran necesidad. ¡Eso es evangelismo!

Pero, ¿qué ocurre si nuestra familia, vecinos o amigos no desean que uno comparta las “buenas nuevas” con ellos? ¿Qué ocurre cuando no sólo nos enfrentamos a la apatía sino también a la oposición? En un pasaje en donde habla sobre predicar el evangelio, la Sra. Eddy dice: “Este deber de evangelizar no debiera pervertirse a tal grado que signifique que debemos o podemos ir a trabajar en una viña ajena sin que se nos invite... La orden del Señor significa esto, que debemos adoptar el espíritu del ministerio del Salvador, y mantenernos en una actitud espiritual tal que atraigamos a la humanidad hacia nosotros”.Ret., pág. 88. ¿Acaso no dijo Jesús que haría de sus discípulos “pescadores de hombres”?

Con los que estén interesados en la Ciencia Cristiana podemos compartir todo lo que sea bien recibido: libros, cultos religiosos, explicaciones, etc. Con quienes no quieren tener nada que ver con ella, podemos compartir nuestra vida cristiana, haciendo con los demás lo que quisiéramos que ellos hicieren con nosotros y dejar que nuestras curaciones hablen por sí mismas. La manera cristiana en que vivimos puede hacer mucho para corregir falsos conceptos que confundirían hasta el pensador más razonable.

La Sra. Eddy da una hermosa descripción de algunos de los cristianos evangélicos que inspiraron los días de su niñez: “La razón de que amara a los cristianos de la vieja escuela se debe a que no podía por menos que amarlos. Llenos de amor y buenas obras, ocupados en los negocios de su Maestro, no tenían tiempo ni deseo de difamar a sus semejantes. Dios parecía haber escudado en sus corazones al mundo entero, y ellos estaban dispuestos a renunciar a todo por El... Sus convicciones eran honestas, y las vivían; y los sermones que sus vidas predicaban me hicieron amar sus doctrinas”. Y agrega: “Tales eclesiásticos y la Biblia... educaron mi pensamiento durante muchos años, sí, durante todo el trayecto hasta prepararlo para la percepción y aceptación de la Ciencia del cristianismo”.Mensaje a La Iglesia Madre para 1901, pág. 32.

También nosotros podemos practicar esta clase de evangelismo e inspirar a otros con lo que realmente se necesita: el poder del Cristo, resplandeciendo en nuestra vida. Esta clase de evangelismo llama la atención del mundo entero. En 2 Timoteo el consejo es: “Haz obra de evangelista, cumple tu ministerio”. 2 Tim. 4:5. Todo Científico Cristiano genuino toma esta exhortación en serio y se empeña día a día en evangelizar al mundo, por medio de la curación.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / febrero de 1989

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.