Hace algunos años estuve en Grecia para la Pascua de Resurrección. La familia con la que estaba quería que yo sintiera toda la alegría de la celebración de la Pascua, de manera que me llevaron a un lugar alto para poder ver la ciudad de Atenas. Era justo antes de la medianoche y, cuando los relojes comenzaron a dar las doce, las puertas de todas las iglesias de la ciudad se abrieron. Cada congregación seguía al párroco hacia las plazas. Todos llevaban una vela encendida. En un momento determinado se escuchó un solo grito en toda la ciudad: “¡Cristo ha resucitado!” Luego, las campanas de las iglesias anunciaron las buenas nuevas. Había comenzado la celebración de la Pascua.
Era un espectáculo emocionante, y nuevamente pensé acerca de lo profundo del mensaje de resurrección y lo que significaba seguir al Cristo.
La culminación de la obra de Cristo Jesús en su vida fue la resurrección de la tumba y su ascensión final. El ilustró y demostró mediante su amor la realidad inmortal de que la Vida es Dios. El Amor venció literalmente al odio y todos sus efectos. Jesús dio comienzo a una nueva era de posibilidades para la raza humana.
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