En 1956, mi esposo me trajo un ejemplar de la edición en alemán de El Heraldo de la Ciencia Cristiana que había encontrado en una feria comercial. Las ideas espirituales que presentaba esta pequeña revista despertaron en mí un gran deseo de leer Ciencia y Salud por la Sra. Eddy.
Mi esposo obtuvo un ejemplar, y en los días subsiguientes tanto él como yo pasamos cada momento que teníamos libre leyendo el libro, pues fue una gran revelación para nosotros. El domingo siguiente, concurrimos a una iglesia filial y registramos a nuestros niños en la Escuela Dominical. Las maravillosas verdades que aprendimos con el continuo estudio de la Ciencia Cristiana trajeron a nuestra familia muchas bendiciones y curaciones.
Poco tiempo después de haber comenzado a estudiar la Ciencia, ocurrió una curación que siempre me ha alentado mucho. Mi padre había estado muy enfermo durante bastante tiempo y había desoído mis sugerencias de buscar ayuda en la Ciencia Cristiana para sanarse.
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