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Usemos nuestros talentos para Cristo

Del número de marzo de 1989 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cristo Jesús dijo: “En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos”. Juan 15:8. Pero este llamado a una vida productiva, espiritualmente útil, no está limitado a una vagamente definida élite espiritual, sino que está dirigido a cada uno de nosotros.

Si usted está pensando: “Quiero ser fiel al llamado de Cristo, ¿pero cómo puedo expresar mis talentos de manera más provechosa?”, una experiencia que tuve hace varios años podría ser útil. Me sentía estancada en mi empleo. Pasaba casi todos los días sentada con los brazos cruzados. Mi empleador era muy inteligente, y, al parecer, era más rápido para él hacer el trabajo que delegármelo a mí. Al principio, traté de buscar algún proyecto para hacer, pero sin gran resultado. Al final, la sensación de inactividad e inutilidad se hizo insoportable. Comencé a buscar otro empleo. Pasó largo tiempo sin que tampoco obtuviera resultados.

Un día, al estudiar la Biblia, leí estas palabras de Cristo Jesús: “El reino de Dios no vendrá con advertencia, ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros”. Lucas 17:20, 21. Estaba familiarizada con este pasaje, pero ese día en particular las palabras parecían iluminadas. Vi por qué estaba aún luchando con el ocio y la frustración.

Había estado esperando que algo o alguien “allí afuera” me rescatara de la inactividad. Pero, al profundizar más en ese pasaje bíblico, empecé a ver que eso era, en cierto sentido, partir de una base equivocada. La solución verdadera era espiritual. Necesitaba alcanzar un entendimiento más activo y espiritual, tanto de mi vida como de mis objetivos. Así que oré, como estaba aprendiendo en la Ciencia Cristiana, para comprender en mayor medida cuál es la verdadera actividad espiritual.

Comprendí que, puesto que Jesús había dicho que el reino de Dios ya está a nuestro alcance, ese reino no espera que la gente, los lugares, o los acontecimientos cambien por sí mismos. Me di cuenta de que el reino de Dios ya estaba intacto, estaba en ese mismo momento en la consciencia verdadera de cada uno de nosotros. Al pensar sobre el significado de esta verdad bíblica, me vi obligada a examinarme profundamente. Comencé a ver que la bondad de Dios tenía que expresarse en el hombre, quien continuamente lo expresa a El. Y que este reflejo espiritual de Dios podía conducirme, según lo comprendiera y viviera, a una actividad satisfactoria y útil en mi vida.

Este razonamiento espiritual reemplazó la frustración con un sentido de paz. A los pocos días, y en forma inesperada, me ofrecieron un empleo que parecía hecho a mi medida. No sólo requería que hiciera uso de los talentos que a mi juicio poseía, sino que exigía que desarrollara otros y que los empleara de una manera más amplia de lo que hubiera esperado.

Pero, ¿y si alguien siente que no tiene ningún talento útil? Aunque no siempre lo veamos, todos poseemos talentos, sólo es necesario sacarlos a luz. Las enseñanzas de la Ciencia Cristiana pueden ayudarnos en ese sentido. La Sra. Eddy señala en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud: “Un conocimiento de la Ciencia del ser desarrolla las habilidades y posibilidades latentes del hombre. Extiende la atmósfera del pensamiento, dando a los mortales acceso a regiones más amplias y más altas”.Ciencia y Salud, pág. 128.

La Ciencia Cristiana enseña la unidad del hombre con Dios, la Mente divina. Muestra que cada uno de nosotros es, en realidad, una idea espiritual que refleja esa Mente. Todo lo que el hombre tiene, lo posee por ser reflejo de Dios. La inteligencia, la originalidad y las aptitudes, no proceden de ningún otro origen, ni están limitadas a unos pocos escogidos. Dios está continuamente impartiendo las cualidades espirituales a Sus amados hijos. A todos Sus hijos. Puesto que somos el reflejo mismo de Dios, jamás estamos separados de la fuente divina de todas las ideas. Cuando empezamos a comprender esto, somos más receptivos a lo que El está impartiendo, y podemos aprender a hacer uso más oportuno y eficaz de nuestros talentos.

El número de talentos que tenemos tal vez nos parezcan escasos. Pero tenemos que estar seguros de que estamos cultivando los que tenemos. Podemos abrigar el deseo de bendecir a otros y de encontrar oportunidades — cualquiera que sea nuestro medio de vida — para dar de nosotros mismos en servicio de lo espiritual y lo bueno. A medida que, mediante la oración, hagamos uso de nuestros talentos, Dios se ocupará de que nuestras oraciones den fruto. Como nos asegura la Biblia: “Poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra”. 2 Cor. 9:8. Y Ciencia y Salud señala que si un talento no se usa, ¡puede que lo perdamos! “Si somos ‘fieles sobre poco’, sobre mucho se nos pondrá; pero el talento que no se usa se deteriora y se pierde”.Ciencia y Salud, pág. 323.

Si estamos pensando en trabajar más activamente para Dios, el bien, puede ser útil considerar lo que nuestro Mostrador del camino dijo e hizo. Cuando examinamos atentamente las enseñanzas y el ejemplo de Jesús, y luego vivimos sus preceptos en la mayor medida que podamos, el empeño que pongamos para utilizar nuestros talentos en servicio del Cristo es cada vez más productivo. Leemos en el Evangelio de Juan que Jesús dijo: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”. Juan 15:5.

Podemos estar seguros de que mientras seamos “pámpanos” morando en Cristo, Dios nos proveerá de amplias oportunidades en que emplear nuestros talentos para traer a luz Su reino (algo que el mundo ciertamente necesita). Y no hay razón para que no podamos llegar a ser más fructíferos para Cristo, Su Hijo.

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