En la comunidad mundial, las protestas contra la opresión han ido en aumento. Pero como muchos reconocen, se requiere algo más que la simple acción política para alcanzar la libertad. La oración que vivifica los afectos y revela algo de la realidad espiritual, de la perfección de la creación de Dios, es un poder liberador.
Las peticiones en favor de los derechos humanos, a veces se basan en el punto de vista bíblico de que todo individuo es creado por Dios. La gente generalmente siente que las medidas sociales deben estar de acuerdo con la verdad última. Pero aun cuando los derechos humanos son teóricamente respetados, raras veces se hacen efectivos con facilidad. Protestas sin fin, a veces dignas de ser apoyadas, claman que algunos deberían ser “más” iguales que otros. Los métodos que se usan en favor de esas protestas van de la manipulación encubierta, hasta la brutalidad más manifiesta. Loa que tienen mayor poder humano parecen llevar la ventaja.
A pesar de todo, el cristianismo siempre ha sostenido que la autoridad espiritual no coincide necesariamente con el poder humano. Cristo Jesús fue privado de todos los derechos humanos, injustamente sentenciado y cruelmente ejecutado. Pero fue él, y no los gobernantes de su tiempo, quien prevaleció. El nos mostró que el hombre, la imagen de Dios, tiene una autenticidad superior a toda imposición que quisiera disminuirlo, destruirlo o esclavizarlo. Su ser real es imperecedero.
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