¿Se ha visto usted alguna vez en un dilema al tratar de decidir por quién votar o a quién seleccionar en una elección? Tal vez haya usted luchado con los pros y contras de varias campañas electorales. Quizás el haberse enterado de los puntos de vista de los candidatos haya confundido en lugar de iluminado su elección.
Hay una manera de deshacerse de la necesidad de sentir confusión, carga y responsabilidad, podemos orar. Mediante la oración podemos empezar a ver las cualidades morales y espirituales que se necesitan en el cargo oficial por el cual estamos votando, y quién es el candidato que mejor expresa esas cualidades. La Biblia nos dice que cuando Moisés fue elegido por Dios para guiar a los hijos de Israel, sus cualidades de liderazgo no eran muy evidentes. Moisés habló de su propia renuencia y falta de mérito. Sin embargo, no fue una personalidad humanamente carismática, sino la comprensión, en cierto grado, de su individualidad espiritual, lo que hizo a Moisés aceptable para la misión designada por Dios. Fueron las cualidades derivadas de Dios, entre las cuales estaban la mansedumbre, humildad y una reverencia por Dios y Su ley, las que hicieron a Moisés digno de guiar a los hijos de Israel.
Cuando Samuel estaba mirando a uno de los hijos de Isaí para ver si éste era el que había de ungir como rey, Dios dijo al profeta: “No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón”. 1 Sam. 16:7.
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