Cristo Jesús enseñó verdades universales mediante parábolas relacionadas con el diario vivir. Una de mis favoritas se encuentra en el Evangelio de Lucas. Jesús hace la pregunta: “¿Qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende la lámpara, y barre la casa, y busca con diligencia hasta encontrarla?” Lucas 15:8.
Esta pequeña historia, que ilustra el tierno y escrupuloso cuidado de Dios para con el hombre y, por lo tanto, como yo la entiendo, ilustra la inspirada persistencia que podemos aprender de Dios, me recuerda la experiencia de Mary Baker Eddy. Cuando joven y recién casada, se fue a vivir al estado de Carolina del Sur, E.U.A., pero su esposo falleció poco después de su matrimonio. La Sra. Eddy regresó al norte, a la casa de sus padres, donde dio a luz a su hijo pocos meses después. Más tarde, debido a su falta de dinero y a su precaria salud, no pudo cuidar a su hijo. Se lo quitaron de su cuidado y lo mandaron al oeste de los Estados Unidos, y no volvieron a encontrarse hasta que él ya era un hombre y tenía su propia familia.
En pocos años la Sra. Eddy había perdido mucho de lo que le era querido, pero como devota cristiana jamás perdió su confianza en Dios. Durante la agonía de esos años recurrió a Dios más completamente en busca de consuelo. Podríamos decir, en términos de la parábola de Jesús, que encendió su lámpara. Su amor por Dios la atrajo hacia el resplandor de Su amor por ella.
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