Desde que empecé a estudiar Ciencia Cristiana hace cuarenta años, me he apoyado para todo en las enseñanzas de esta Ciencia. Cuanto más he comprendido las leyes de Dios y cuanto más metódica he sido para aplicarlas, tanto más feliz y fructífera ha llegado a ser mi vida.
Cuando he tenido dificultades físicas, siempre he confiado en la oración y en la inspiración y comprensión espiritual obtenidas mediante el estudio de la Ciencia Cristiana; y siempre he sido sanada. También he sido testigo de muchas curaciones en mi familia y entre mis amigos Científicos Cristianos.
Mi primer testimonio apareció en The Christian Science Journal de diciembre de 1979, y en la edición alemana de El Heraldo de la Ciencia Cristiana de agosto de 1980. Ahora quisiera relatar una curación que tuve hace alrededor de seis años. Durante muchos años, mi querida madre había tenido problemas con lo que los médicos diagnosticaron como artritis, o artrosis, en las rodillas.
Empecé a sentir dolor en una de las rodillas, que sonaba como si rechinara cuando subía las escaleras, de la misma forma que lo había experimentado y sufrido mi madre.
Me di cuenta de que había estado aceptando esa condición como un hecho, en lugar de verla como un error del pensamiento mortal. En Dios no hay impedimento, dolor, enfermedad ni falta de comprensión espiritual. Y el hombre — que es realmente espiritual y el reflejo completo de Dios — expresa eternamente Su armonía.
El libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, dice (pág. 373): “Estableced el sentido científico de la salud y aliviaréis el órgano oprimido. La inflamación, la descomposición o el sedimento disminuirán, y el órgano incapacitado recuperará sus funciones normales”. Cuando acepté este “sentido científico de la salud” como la verdad de mi ser y de la verdadera naturaleza del hombre a la semejanza espiritual de Dios, el dolor y el impedimento para mover la rodilla cesaron, y no he vuelto a tener más molestias en la rodilla desde ese momento.
Esta curación también comprobó para mí la validez de otro pasaje de Ciencia y Salud (pág. 228): “La transmisión de la enfermedad o de ciertas idiosincrasias de la mente mortal sería imposible si se comprendiera esta gran realidad acerca del ser, a saber, que nada inarmónico puede entrar en la existencia, porque la Vida es Dios. La herencia es un tema prolífico en el que la creencia mortal prende sus teorías; pero si aprendemos que nada es real sino lo bueno, no tendremos herencias peligrosas y los males de la carne desaparecerán”.
¡Qué alentador y reconfortante es alcanzar un entendimiento cada vez mejor de que Dios es Vida eterna y que el hombre vive permanentemente en esa Vida eterna: protegido, amado, útil, y progresando sin cesar en el entendimiento de la armonía eterna!
Las palabras no alcanzan para expresar mi gratitud por poder estudiar la Ciencia de la Vida divina y por trabajar en la viña de Dios.
Friedrichshafen, República Federal de Alemania