En Ciencia y Salud la Sra. Eddy cita el dicho: “La necesidad extrema del hombre es la oportunidad de Dios” (pág. 266). Mi necesidad extrema se presentó en 1943 cuando, después de haber estado en servicio activo como oficial de la Marina Mercante Británica durante cuatro años, comencé a sentir una tremenda angustia. Que yo supiera, no me encontraba bajo ningún peligro, ya que mi barco estaba anclado en el puerto de Alejandría, Egipto. Pero una noche, mientras descansaba en mi camarote, me embargó un pánico incontrolable.
Mi ejemplar de Ciencia y Salud estaba a mi lado. Tomé el libro y lo leí durante varias horas, comenzando en el capítulo titulado “La práctica de la Ciencia Cristiana”, que comienza en la página 362. El versículo bíblico que cita la Sra. Eddy al comienzo de este capítulo me alentó en gran manera. Este versículo de Salmos dice (42:11): “¿Por qué te abates, oh alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío”.
A medida que continué leyendo, la confusión mental fue desapareciendo poco a poco. Al cabo de cuatro horas, pude expresar gratitud por la liberación de la sugestión mesmérica de que pudiera haber un poder opuesto a Dios. Luego, dormí plácidamente el resto de la noche.
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