Hace algunos años, tuve un tumor de gran tamaño. Los médicos decían que debía ser operado de inmediato, de lo contrario, mi vida peligraba. Yo tenía mucho miedo. Creía erróneamente que esa enfermedad era la voluntad de Dios, y que El me había abandonado. Estaba resignada a someterme a la operación.
Sin embargo, al día siguiente, una amiga de mi mamá le habló sobre la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) y nos presentó a una practicista de la Ciencia Cristiana. La practicista me dijo que Dios está siempre presente y es omnipotente, y que podía confiar en El para sanarme.
Mis pensamientos comenzaron a cambiar, y llegué a comprender que la enfermedad no era la voluntad de Dios, porque El crea sólo lo bueno. En mi verdadero ser, como Su semejanza, yo era perfecta. Mary Baker Eddy dice en Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras (pág. 1): “La oración que reforma al pecador y sana al enfermo es una fe absoluta en que todas las cosas son posibles para Dios — una comprensión espiritual de El, un amor desinteresado”. Continué aferrándome a la verdad de que “todas las cosas son posibles para Dios”.
Una mañana, fue bastante claro para mí que Dios estaba conmigo, y recordé estas palabras (Santiago 1:12): “Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman”. Por la noche, cuando me encontraba leyendo en la Biblia la curación de la mujer enferma de flujo de sangre, sentí que estas palabras de Cristo Jesús eran un mensaje para mí: “Ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado” (Mateo 9:22).
Ese fue el mejor período de mi vida, porque percibí una gran seguridad en Dios y comprobé la totalidad de Su presencia. Ese crecimiento desapareció por completo y me sané.
Desde esa curación he recibido muchas bendiciones. Mi familia ha tenido curaciones de resfríos, anginas, efectos de accidentes y quemaduras.
Agradezco infinitamente a Dios por la querida practicista que me ayudó tan fielmente en el comienzo; por el amor de mi familia; y por la Sra. Eddy, quien descubrió y fundó la Ciencia Cristiana.
Rosario, Santa Fe, Argentina