Hace algunos años, tuve un tumor de gran tamaño. Los médicos decían que debía ser operado de inmediato, de lo contrario, mi vida peligraba. Yo tenía mucho miedo. Creía erróneamente que esa enfermedad era la voluntad de Dios, y que El me había abandonado. Estaba resignada a someterme a la operación.
Sin embargo, al día siguiente, una amiga de mi mamá le habló sobre la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) y nos presentó a una practicista de la Ciencia Cristiana. La practicista me dijo que Dios está siempre presente y es omnipotente, y que podía confiar en El para sanarme.
Mis pensamientos comenzaron a cambiar, y llegué a comprender que la enfermedad no era la voluntad de Dios, porque El crea sólo lo bueno. En mi verdadero ser, como Su semejanza, yo era perfecta. Mary Baker Eddy dice en Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras (pág. 1): “La oración que reforma al pecador y sana al enfermo es una fe absoluta en que todas las cosas son posibles para Dios — una comprensión espiritual de El, un amor desinteresado”. Continué aferrándome a la verdad de que “todas las cosas son posibles para Dios”.
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