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Trabajo en equipo: requisito importante para el progreso de la iglesia

Del número de septiembre de 1989 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Un año, al ver la actuación de un equipo de fútbol americano que llegó al Super Tazón, me di cuenta con mayor precisión de lo que se requiere para ser un verdadero profesional. Vi que la persistencia en hacer lo mejor, el esfuerzo por actuar cada vez mejor y el estar dispuesto a cooperar con los compañeros de equipo, son esenciales para el éxito.

Los Científicos Cristianos en todo el mundo son un equipo, un equipo vital de personas que piensan y oran unidas para aliviar el sufrimiento de la humanidad. Este gran movimiento, impulsado espiritualmente, marcha adelante en la medida que cada miembro se esfuerza constantemente por demostrar una mayor comprensión acerca de Dios y del hombre. La oración y el esfuerzo individuales siempre serán el centro del trabajo y progreso de la iglesia. Pero iglesia también significa trabajar juntos con amor para lograr metas comunes. Así, nuestra Iglesia sirve a la humanidad.

Como individuos debemos dejar de pensar en intereses egocéntricos para ver las necesidades de la humanidad, para reconocer que la Verdad y el Amor pueden satisfacer estas necesidades, y para trabajar y orar por el mundo.

A medida que nos aproximamos al siglo veintiuno de la historia cristiana, y reconocemos que ya hemos entrado en el segundo siglo de la Ciencia Cristiana, es imperioso que trabajemos juntos con firmeza y madurez.

Las oraciones de cada miembro deben ser consecuentes; debemos dar lo mejor de nosotros mismos, cada vez que oramos, cada vez que sanamos. Si bien estamos agradecidos por los pequeños logros, debemos continuar esforzándonos por obtener adelantos espirituales más significativos.

Nuestra Iglesia es una Iglesia sanadora, “... una iglesia destinada a conmemorar la palabra y las obras de nuestro Maestro, la cual habría de restablecer el Cristianismo primitivo y su perdido elemento de curación”,Manual de La Iglesia Madre, pág. 17. como lo declaró nuestra Guía, la Sra. Eddy, al organizar por primera vez la Iglesia de Cristo, Científico.

Una forma de conmemorar la palabra y las obras de Cristo Jesús es esforzándose activamente por sanar como él lo hizo, con amor y gozo porque lo deseamos de todo corazón, no porque alguien nos dijo que lo hiciéramos, o porque simplemente nos sentimos obligados. Emulamos la palabra y las obras de Jesús porque amamos a Dios y al hombre, porque queremos trabajar desde el punto de vista del amor activo por lo que Jesús hizo por todos nosotros. Según escribió Pablo a los colosenses: “Todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia”. Col. 3:23, 24.

Una conmemoración tal significa que no debemos meramente acomodar la iglesia en nuestro activo itinerario de actividades sociales, cívicas o hasta de negocios. Siempre tenemos tiempo para lo que nos encanta hacer. Quizás conozcan el cuento de esos cuatro personajes: “Todos”, “Alguien”, “Cualquiera” y “Nadie”.

De acuerdo con versión que llegó a mí, había una tarea importante que llevar a cabo, y “Todos” estaba seguro de que “Alguien” la haría. “Cualquiera” podría haberla hecho, pero “Nadie” la hizo. “Alguien” se enojó porque era el trabajo de “Todos”. “Todos” creyó que “Alguien” la haría. Pero “Nadie” pidió a “Cualquiera” que la hiciera. Como resultado, el trabajo quedó sin hacer.

A veces se presenta la sugestión de que hemos trabajado mucho durante tanto tiempo en nuestra iglesia filial (o en varias iglesias) que lisa y llanamente estamos cansados de esforzarnos. O los miembros mayores pueden sentirse tentados a pensar que los más jóvenes pueden llevar adelante la tarea. Sin embargo, es a menudo la misma experiencia de abordar metafísicamente desafíos familiares lo que hace que nuestro trabajo en la iglesia sea especialmente valioso. Trae consigo una sabiduría que modera a veces el celo desenfrenado de quienes empiezan a trabajar en la iglesia. La Sra. Eddy escribió, según se registra en el libro We Knew Mary Baker Eddy (Conocimos a Mary Baker Eddy): “La sabiduría que aporta la edad y la experiencia es fortaleza, no debilidad, y debiéramos entender esto, esperarlo con seguridad y saber que es así, entonces se manifestará”. Citado en We Knew Mary Baker Eddy (Boston: The Christian Science Publishing Society, 1979), pág. 146.

Un miembro de iglesia inactivo es una contradicción de términos porque ser miembro de La Iglesia Madre o de una iglesia filial o sociedad necesariamente implica acción. Al principio, nuestra acción tal vez haya sido orar con devoción al considerar las razones para afiliarnos. Una de esas rezones puede que haya sido el deseo de servir a la iglesia que nos dio los medios para comprender mejor a Dios, capacitándonos de esa manera para sanarnos a nosotros mismos y a los demás. Ahora, como miembros de la iglesia, vemos que cuanto más servimos a la iglesia, mejor sirve ella a la humanidad.

Al servir al movimiento de la Ciencia Cristiana, oramos para no juzgar el progreso de otra persona ni la aparente falta de él. Tampoco nos aislamos ni aislamos a otros al comparar presuntuosamente el entendimiento que los miembros de la iglesia tienen acerca de Dios, el hombre o la misión de nuestra iglesia filial. En vez de sucumbir ante las sugestiones de envidia o celos, los miembros de la iglesia se pueden unir sabiendo que el hombre está en armonía con Dios, el Amor divino. Oramos individualmente para que Dios, la Mente divina, nos informe e impulse.

El libro de los Hechos muestra cómo creció la joven Iglesia cristiana. Una de las cualidades primordiales del crecimiento de la iglesia fue la curación; a medida que los apóstoles sanaban, más personas venían a escucharlos y a ser sanados o a traer a otros para ser sanados.

Otra cualidad que resultó en el crecimiento de la Iglesia primitiva era la persistencia diaria en honrar a Dios. “Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos”. Hechos 2:46, 47. Sin ninguna duda, ésta es una evidencia de trabajo en equipo.

La persistencia bien puede significar ser fiel cada día en nuestra consagración al templo del Amor divino que es la verdadera Iglesia. Podemos hacerlo al compartir la verdad con el ejemplo y con explicaciones cuando nos las piden; leyendo y estudiando con alegría y con una sola intención; alabando, glorificando, a Dios; expresando activamente el Amor divino.

Nuestros corazones se conmueven ante la consagración de Pedro, Pablo, Esteban, Cornelio, Priscila, Lidia y muchos más quienes, cuando surgió la persecución, estuvieron dispuestos a sacrificarlo todo por su cristianismo. Hoy en día nuestra convicción de la Verdad y nuestra dedicación a ella también deben ser fuertes.

Debemos orar con vigor por nuestra Iglesia diariamente. Sin tener en cuenta “los latigazos” de intimidación, rechazo y ataque que parecen ser dirigidos hacia nosotros o a nuestra querida Iglesia Madre, debemos elevarnos en nuestro trabajo de oración para saber positivamente que este movimiento es ordenando y gobernado por Dios; y debemos probar que nosotros, los miembros, estamos alerta para valorar nuestro privilegio de ser Científicos Cristianos y defenderlo.

Aunque hemos llegado al segundo siglo de la Ciencia Cristiana, es imperativo que trabajemos como pioneros. El movimiento de la Ciencia Cristiana es joven, todavía está en su primavera. Cuidémoslo con esmero y paciencia, como a una viña delicada, mientras las raíces continúan fortaleciéndose.

Nuestro consagrado trabajo diario es necesario porque los siglos venideros dependen de que nosotros practiquemos nuestra religión de una manera tan perseverante y con una convicción y firmeza tales, que el camino esté preparado para que el mundo acepte la Verdad divina y la salvación total del género humano.

Aunque la verdad de la realidad espiritual no fue aceptada por todo el mundo en la época de la Sra. Eddy, ella no descartó la inevitabilidad de su aceptación final. Escribe: “Estoy persuadida de que únicamente por la modestia y distinguido afecto ejemplificados en la carrera de Jesús, pueden los Científicos Cristianos ayudar al establecimiento del reino de Cristo en la tierra”. Continúa diciendo: “En el siglo primero de la era cristiana las enseñanzas de Jesús dieron mucho fruto, y el Padre fue así glorificado. En esta época y en los siglos venideros, este ‘árbol de vida’, regado por el rocío de la Ciencia divina, florecerá para dar más libertad, y sus hojas serán ‘para la sanidad de las naciones’ ”.Retrospección e Introspección, págs. 94–95.

La esencia de nuestro trabajo en equipo para el mundo es que cada miembro realice más y mejores obras sanadoras, en el espíritu de la declaración de la Sra. Eddy: “El móvil de mis primeros esfuerzos jamás ha cambiado. Era aliviar los sufrimientos de la humanidad mediante un sistema sanitario que incluyera toda reforma moral y religiosa”.Ibid., pág. 30.

Ser buenos trabajadores de nuestro movimiento significa volver a dedicarnos al verdadero significado de Iglesia, volvernos a unir con su propósito, nacer de nuevo en el Espíritu, estar cada vez más dedicados a servir a la humanidad echando fuera al error y sanando enfermos. Significa adoptar una actitud pionera, de renovada inspiración, y erigir templos espirituales en nuestros corazones.

A medida que nos unimos con perseverancia a la Verdad y el Amor, demostramos más de la Iglesia Universal y Triunfante. Lo hacemos para la gloria de Dios, que no sólo nos bendice a nosotros, o aun a nuestros hijos y nietos, sino a toda la humanidad también, ¡para siempre!

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