¿Nos atrevemos a referirnos a un informe sobrio que llevaba el título “¿Muriéndose por un trago?” que apareció en The Sunday Times Magazine (Londres)? Habla, en términos nada humorísticos, de los efectos devastadores que tiene la bebida alcohólica en la salud y en el bienestar de la gente.The Sunday Times Magazine (Londres), 19 de febrero de 1989, pág. 26. La embriaguez está causando disolución de familias, pérdida de empleos, trágicos accidentes, y lleva a la enfermedad y al deterioro. El consumo de bebidas alcohólicas, el cual en algunas culturas está asociado a la diversión inocente y alegre y a la sociabilidad, fácilmente se transforma en falta de control, pérdida de la dignidad, y, finalmente, en degradación.
Hay un versículo del libro de Proverbios en el Antiguo Testamento que pone todo esto en perspectiva: “El vino es escarnecedor, la sidra alborotadora, y cualquiera que por ellos yerra no es sabio”. Las bebidas alcohólicas son por cierto engañadoras, pero la buena nueva es que hay cierto despertar, la gente se está dando cuenta del engaño.
Uno de los artículos en la revista Times es por Anthony Burgess, el bien conocido escritor británico. El observa que hay una tendencia a decir: “Nada es más natural que la bebida”. Y agrega: “Pero el alcohol es sólo una de las sustancias sicoactivas que sosiega o alboroza, y hay algo muy curioso acerca de esta proclamación de que la bebida es natural y que la mariguana o el “crack” no lo son. Cuando un hombre está ebrio y entorpecido, lo culpamos por su incapacidad para controlar el consumo de un tranquilizante inocuo; cuando alguien muere por los efectos de la heroína, culpamos a la heroína”.
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