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“Es la voluntad del pueblo la que prevalecerá”

Del número de octubre de 1990 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

The Telegraph


Nien Cheng ha vivido en medio de los acontecimientos resonantes de la historia del siglo veinte. China, Inglaterra, Australia, Canadá y los Estados Unidos, todos estos países han sido un hogar para ella.

Pero los casi siete años que pasó en una pequeña celda en una prisión de Shangai fue quizás el período decisivo de su vida. En su libro 'Vida y muerte en Shanghai', escribió: "Para mí cruzar el umbral de la prisión fue el comienzo de una nueva etapa de mi vida que, debido a mi lucha por sobrevivir y por reclamar justicia, iba a hacer de mí una persona espiritualmente más fuerte.. ."

Fueron esos años como prisionera política durante la Revolución Cultural china de fines de la década del 60 y principios de la del 70, lo que también impulsó a la Sra. Cheng a escribir: "Durante los años en que estuve en prisión había recurrido muchas veces a Dios y había sentido Su presencia. En el medio monótono de esa celda gris había conocido maravillosos momentos de trascendencia que no había experimentado en medio del desahogo y confort de mi vida normal. Había recobrado mi confianza en el triunfo final de la verdad y la bondad, y sentí renovado valor para seguir luchando. Mi fe me había sostenido en esas horas, las más oscuras de mi vida, y me había mantenido a salvo a pesar de privaciones, enfermedad y tortura. Al mismo tiempo, mi sufrimiento había fortalecido mi fe y me había hecho comprender que Dios estaba siempre allí. De mí dependía ir hacia El". Derechos de autor © 1986 por Nien Cheng. Usado con permiso de Grove Weidenfeld.

Año tras año se negó resueltamente a hacer una confesión falsa. Ningún pasaje de su libro puede realmente comunicar el altísimo grado de integridad, de dignidad y fortaleza con que resistió torturas, aflicciones y el peso de la mentalidad de todo un país insistiendo en que todos debían pensar, tenían que pensar como se estaba dictando en ese momento.

Teniendo en cuenta lo que sucedió el año pasado en la Plaza de Tiananmen, los lectores quizás encuentren que la experiencia de la Sra. Cheng es más oportuna que nunca. Ella afirma que a medida que el gobierno esté más firmemente arraigado en la ley que en personas, "la voluntad del pueblo.. . prevalecerá". Su convicción hace eco de lo que escribió la fundadora de esta publicación, Mary Baker Eddy: "Toda legislación y ley coercitiva de carácter inconstitucional e injusto, que infrinja los derechos individuales, tendrá que ser 'corta de días y hastiada de sinsabores'. La vox populi, por medio de la providencia de Dios, promueve e impulsa toda reforma auténtica; y en el momento más apropiado, corregirá errores y rectificará injusticias.. . Dios reina, y hará 'que haya trastorno, trastorno, trastorno' hasta que la justicia sea reconocida como suprema" (Escritos Misceláneos).

Desde 1983 la Sra. Cheng, que es metodista, ha vivido en Washington, D.C. A continuación incluimos porciones de una reciente entrevista con las revistas de la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens), y extractos de una entrevista anterior publicada por The Telegraph (Alton, Illinois, E.U.A.).


Me sentía mucho más cerca del Señor cuando estaba en prisión. En mi vida actual, en medio del bullicio de la vida urbana occidental, ¿aún lo estoy? Es cierto que no tengo mucho tiempo para estarlo.. . Uno realmente necesita estar muy tranquilo para sentirlo.. . no lo puedo describir.

Voy a la iglesia. En China no podía hacerlo. Voy a la iglesia todos los domingos en Washington; y si estoy en otro lado, trato de asistir a una iglesia en la localidad. Además, leo la Biblia por mi cuenta. Pero es triste reconocer que no es lo mismo. Siempre suena el teléfono, la gente quiere hacer esto o aquello, y así por el estilo. Todos los días nos bombardean exigencias, mensajes, anuncios y cosas que debemos hacer o a las que debemos unirnos, etc.

En la celda de una prisión hay mucha tranquilidad. Es casi como un refugio.

Aquí en los Estados Unidos necesitamos tranquilidad aún más que los europeos porque todavía somos una nación pionera. Uno lo percibe en el ambiente: somos jóvenes, como un hombre joven que irradia energía. Uno tiene que estar en constante ajetreo. Uno lo tiene que hacer. Tenemos menos tiempo para contemplar y pensar, de modo que realmente necesitamos en nuestra vida diaria una o dos horas todos los días para estar realmente en paz.

Existen muchos lugares donde acudir en busca de renovación física. Usted sabe, uno puede ir a algún lugar donde le den baños de barro y masajes, y lo hagan correr y le prescriban una buena dieta. Y paga grandes cantidades de dinero por esa clase de privilegio. Pero ¿qué pasa con la renovación espiritual? Tenemos tantos lugares hermosos en América. Bosques y ríos. Por ejemplo, si uno desea alejarse de Washington, hay un lugar en las montañas. Es un hotel grande. Pero allí se juega al golf, al tenis, se baila, se come, se come en demasía comidas exquisitas. En fin, en lugar de sentirse mejor uno se siente exhausto, ¡más exhausto que si no hubiera ido! Es un lugar de moda, donde hay que vestirse de etiqueta y así sucesivamente. Eso no es descanso.

¿Piensa Ud. que el proceso de renovación espiritual debe ser difícil?

Tremendo.

Quiero decir, usted vivió seis años y medio en prisión, incomunicada.. .

Me sentí mucho más cerca del Señor durante esos años. Quizás haya sido, en parte, porque necesité más de El. Pero también porque allí había paz. Por supuesto, no tenía la Biblia. Anhelaba poder tener un ejemplar. Así que simplemente oraba, y me sentía mucho más cerca del Señor que ahora, en medio del bullicio de mi vida actual. Es por eso que cada mañana, cuando no hay nadie, bajo al jardín del condominio. Estoy sola; entonces elevo mi oración para comenzar el día. También hago ejercicio. Permanezco allí durante una hora, y me siento muy bien y en paz. Cuando regreso, estoy llena de energía para enfrentar mi vida diaria.

Me gustaría cambiar un poco de tema. Durante su penosa experiencia en la Revolución Cultural fue muy importante para usted no hacer una confesión falsa.

Oh, sí, muy importante.

¿Por qué?

Bueno, uno debe ser fiel a la verdad. Me hubiera despreciado a mí misma si hubiera hecho una confesión falsa. Me gusta estar bien conmigo misma.

La verdad es muy importante para mí. Uno debe ajustarse a un principio, una norma de conducta, para poder respetarse a sí mismo.

¿Lo ve usted como parte de un código de honor o hasta como algo espiritual?

Ambas cosas, pienso que ambas cosas.

Soy lo suficientemente madura como para saber qué está bien y qué está mal. Esto es lo que pienso que podemos, que deberíamos, inculcar en nuestro sistema educativo. Aunque no creamos en el Marxismo, estamos influidos al pensar que el medio ambiente, el materialismo, es más importante que la responsabilidad del individuo. Si un hombre consume drogas, decimos que la culpa es del medio que lo rodea, en vez de decir que él debe ser el responsable.

Pienso que deberíamos inculcar en nuestros hijos, antes de enseñarles habilidades, el significado del bien y del mal, el significado de: "Yo soy responsable por lo que hago". Pienso que es terrible que una sociedad atribuya al ambiente la culpa de tantas cosas. Si alguien hace algo que está mal, debe hacerse responsable por ello. Realmente debemos hacerlo; de otra manera creo que no estamos actuando bien con nuestros hijos, si no les enseñamos esto y entonces después los culpamos cuando hacen algo realmente feo. Una vez que uno le da el sentido de lo que está bien y lo que está mal, y un sentido de responsabilidad, el niño es una persona mucho más feliz y puede resistir mejor la influencia de sus compañeros.

Por ejemplo, algunas personas dicen que los niños simplemente deberían decir no a las drogas. Pero nosotros no les hemos dado la fortaleza necesaria para decir no, por lo tanto, son incapaces de decir no. Debemos darles fortaleza espiritual para que puedan mantener determinados valores. Y ellos se sentirían gozosos una vez que adquirieran esa habilidad; se sentirían bien. Aumentaría su confianza en sí mismos. Y si lo hiciéramos cuando los niños están en una edad temprana, probablemente muchos niños no equivocarían el camino en su adolescencia.

¿Ha recibido Ud. cartas de adolescentes que leyeron su libro?

Oh, sí, y he dado charlas en varias escuelas.

¿Cómo reaccionaron?

¡Maravillosamente! Me escribieron cartas; he recibido cartas de clases enteras de diferentes escuelas, incluso una en Canadá. La profesora relató a los chicos mi historia, y ellos me escribieron cartas. Algunas son muy divertidas; me han preguntado: "¿Sigue comiendo coles? ¿Le gustan las batatas?" Otros escribieron: "Lamento la muerte de su hija". Todo esto escrito por niños pequeños.

¿Qué cree usted que llega específicamente a los estudiantes cuando leen su libro? ¿Es sólo la historia?

Creo que mi libro ha abierto sus ojos a dos cosas. Una de ellas es lo terrible que era el sistema comunista. La otra es esta pregunta: "¿Una ancianita (¡a ellos debí haberles parecido realmente vieja!), una ancianita fue capaz de hacer eso?"

¿Puede Ud. resumir lo que les dice?

Siempre les hablo sobre la protección que la Constitución de los Estados Unidos garantiza a cada persona; de modo que aquí no puede ocurrir nada parecido. También les digo que los Estados Unidos es un país gobernado por instituciones que tienen su origen en la ley, no en una persona. Nuestro presidente tiene mucho poder, pero él sólo puede estar en la presidencia durante ocho años como máximo. El se irá, y otra persona tomará su lugar como Presidente.

¿Porque la Constitución lo establece así?

Sí, y porque a pesar de todo el poder que pueda tener, existen controles y equilibrio. No puede transformarse en un dictador. Y tenemos la Suprema Corte.

Es la voluntad del pueblo la que prevalecerá. Por supuesto, no somos perfectos. Estaba dando una charla en una universidad donde había un estudiante indio, quien se puso de pie y dijo: "¿Piensa usted que América es un país perfecto donde todo es maravilloso?"

Exclamé: "Oh, yo no he dicho eso. Pero cuando se está bajo un sistema democrático de gobierno, podemos resolver nuestros problemas, podemos progresar. Y es en el proceso continuo de resolver problemas y progresar que gradualmente aspiramos a tener una sociedad mejor".


Extractos de una entrevista que tuvo un diario con la Sra. Cheng:

.. . en prisión, incomunicada.. . "estaba completamente sola, expulsada de la raza humana".

No fue fácil para ella superar la conmoción que sufrió al ser recluída. Dijo: "En ese hábito que tenía de confiar más en mí misma que en el Señor, simplemente daba todo por sentado.

"No sabía a dónde recurrir; entonces recurrí a Dios".

Ella recordaba el Salmo 23: "Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento".

Ese pasaje la inspiró: "No soy culpable, por lo tanto, no tengo nada que confesar. Estaba decidida a dejar limpio mi nombre", dijo.

"No podía ver al Señor, pero El estaba allí. Oraba todas las noches". Como los guardias la observaban constantemente, ella colocaba un libro de los escritos de Mao Zedong en su regazo. Se sentaba con la cabeza inclinada, como si estuviera leyendo, casi de espaldas, lo suficiente como para que los guardias no vieran que sus ojos estaban cerrados.

"Podía comunicarme con el Señor.. .

"Fue el Señor quien me dio la fortaleza necesaria para seguir viviendo, para seguir luchando".. . .

Hoy, dice que es una mejor persona por su experiencia en la prisión y sus sufrimientos. Ahora dice que entiende lo que significa padecer hambre, frío y abandono, penosas pruebas que la han hecho más compasiva.

Condena las distracciones de la vida moderna porque impiden a la gente alcanzar su potencial.

Ella dice: "Todos nosotros tenemos recursos latentes. En tiempos de crisis, podemos ponernos a la altura de las circunstancias".

Reimpreso con permiso de The Telegraph


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