Oí hablar de la Ciencia Cristiana hace muchos años. En ese tiempo asistí pocas veces a una iglesia filial y obtuve un ejemplar de Ciencia y Salud por la Sra. Eddy. La Ciencia Cristiana me parecía más lógica que cualquier otra religión, pero los placeres mundanos, tales como el beber y el fumar, se interponían entre el estudio de la Ciencia y yo. Puesto que me complacía en esos hábitos, no comencé a estudiar la Ciencia en ese entonces.
Hace unos años, tuve que hacer frente a un problema de alcoholismo, y deseando liberarme del hábito de largos años de fumar, al pasar frente a una iglesia de la Ciencia Cristiana pensé que si alguna cosa podía sanarme era esta Ciencia. Entonces comencé a asistir a una iglesia filial.
Al principio estos vicios parecían tener un gran dominio sobre mí, pero sentía que era un asunto de vida o muerte y, finalmente, le pedí a una practicista de la Ciencia Cristiana que me ayudara con sus oraciones. La practicista me ayudó a comprender que si algo no era bueno no era verdadero, y si no era verdadero, no tenía ningún poder. Después de varios meses, durante los cuales continué orando y estudiando la Ciencia Cristiana, un día, mientras estaba fumando, de pronto el cigarrillo me supo horrible. Lo apagué y, desde entonces, nunca he vuelto a querer fumar.
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