Chilenos, brasileños, argentinos, uruguayos, mexicanos, guatemaltecos, venezolanos, peruanos. Cinco reuniones de jóvenes latinoamericanos. Primavera de 1988 y otoño de 1989. Varios centenares de jóvenes de doce a treinta años. Algunos sabían muy poco acerca de la Ciencia Cristiana, pero habían aceptado la invitación de un amigo para asistir a la reunión. Otros eran estudiantes de Ciencia Cristiana.
Contemplen los rostros que aparecen en las próximas páginas. No son solamente rostros agradables y expresivos, sino personas reales que piensan en los desafíos de la vida y encuentran respuestas reales. ¿Qué fue lo que atrajo a estos jóvenes — que podrían haber estado jugando al fútbol (o futebol en Brasil) o preparándose para ir a pachanguear— a dedicar todo un fin de semana a aprender más acerca de Dios? Tal vez, los siguientes extractos de varias charlas y de discusiones efectuadas en panel puedan mostrar algo de lo que motivó que estos jóvenes se reunieran. Muchos vinieron desde muy lejos. ¡Hubo muchos que viajaron doce horas en ómnibus para asistir a la reunión!
Tal como lo describió uno de los concurrentes de La Iglesia Madre: “En cada sesión los estudiantes de Ciencia Cristiana compartieron con entusiasmo sus experiencias de curación espiritual. Quienes asistieron eran idealistas pero no ingenuos; estaban investigando con seriedad, pero también tenían muy buen humor. Vinieron, usando las palabras de uno de los jóvenes, ¡para agarrar la onda!”
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