Mi casa está rodeada de grandes robles que, por lo general, retienen sus hojas todo el año. Hace unos años, una helada temprana hizo que las hojas se cayeran. Una tarde, mi esposa me dijo que al mirar por una ventana del dormitorio notó una enorme protuberancia bulbosa en una de las ramas principales de uno de los árboles. Yo también miré por la ventana y vi ese extraño crecimiento anormal que las hojas habían ocultado. Pero cuando salí para mirar más de cerca, descubrí que la protuberancia que creímos ver era sólo una ilusión óptica. La rama en cuestión había crecido de tal manera que tenía la forma de un codo torcido. Desde la perspectiva que ofrecía nuestra ventana, el codo aparecía como una protuberancia grande.
Cuando supimos este hecho y nos convenció, superamos nuestra preocupación por la protuberancia. Desde entonces, cuando miramos por la ventana, ya ni siquiera vemos la ilusión. Desapareció cuando descubrimos las verdad.
Esta simple experiencia ilustra un punto importante que se aplica a la oración que sana trastornos físicos. Para sanar sobre una base espiritual es preciso tener una idea correcta del hombre. Es decir, necesitamos saber lo que es espiritualmente verdadero acerca del hombre a la semejanza de Dios, y luego estar convencidos de que éste es el único hecho científico.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!