Si tu quieres ser un cirio
preparado para las tinieblas terrenas alumbrar,
tu corazón debe ser un pábilo dispuesto,
a la chispa del Espíritu aguardar.
Debes ser sumergido una y otra vez
en aceite de consagración
hasta que, bien fortalecido, te puedan encender
para dar al mundo iluminación.
Entonces levanta en alto tu llamita radiante,
tan alto como las estrellas;
pues más que rayo laser cortante,
el mundo necesita luz de Amor.
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