En 1983 Jana Taylor estableció la Fundación para el Niño Americano con el propósito de enseñar fotografía y otras artes a niños pobres y huérfanos. El primer día de la clase de fotografía, preguntó a sus alumnos: "¿Qué hay de hermoso en la casa de ustedes?" Uno a uno los niños contestaron más o menos con las mismas palabras: "Nada es hermoso en mi casa. Nada". Citado en The Christian Science Monitor, 5 de enero de 1988.
Al finalizar las seis semanas que duró el curso, formuló la misma pregunta. Ahora los niños encontraban belleza en la forma en que "la luz ilumina la mesa de la cocina", "el polvo da nueva forma en el diseño en el piso" y "los pájaros cantan en los árboles junto a la ventana". Estaban comenzando a encontrar belleza en sus propias vidas.
"Les digo que están tomando fotografías de su propio pensamiento", dice Jana. "Es un concepto que, con su simple inocencia, pueden asimilar mejor que los adultos; el hecho de que están plando su propio paisaje interior. Ellos lo captan y sacan hermosas fotos". Cuando los niños comenzaron a comprender que la verdadera belleza residía en ellos y que no estaba fuera de su alcance, se produjo un cambio notable.
Cuando leí acerca de la forma en que estos niños encontraron una nueva alegría y cambiaron su punto de vista, recordé un pasaje de Eclesiastés en la Biblia. El autor dice refiriéndose a Dios: "Todo lo hizo hermoso en su tiempo". Ecl. 3:11.
Mediante el estudio de la Ciencia Cristiana veo que Dios es la fuente de toda vida y el único poder creador verdadero, y que toda hermosura, forma y belleza emanan de El. Todo en el universo de Dios lo refleja a El. Aunque sólo captemos un destello de esta creación espiritual, que es enteramente buena, ya es suficiente para cambiar nuestra experiencia.
Por ejemplo: Me crié en una hermosa zona rural de Inglaterra donde hay bosques y abundancia de fauna y flores. Después, cuando terminé mi educación y la casa paterna se vendió, me mudé a Londres para trabajar. Recuerdo el día en que tuve que abandonar aquellos entornos tan queridos. Sentí que estaba a punto de perder toda esa belleza que había llegado a ser parte de mi vida. Con el corazón angustiado acudí a Dios en busca de consuelo.
La contestación a mi oración fue tan clara como si una voz me hubiera dicho: "Por supuesto que no puedes perder nada de lo que Dios ya te haya dado". Comprendí que, puesto que soy hija espiritual de Dios, toda belleza y gozo verdaderos forman parte de mi vida como Su reflejo. La belleza no está simplemente "allí afuera"; de hecho la encontraría donde yo estuviera, siempre que la tuviera en mi corazón.
De esta experiencia aprendí que si pensamos que la belleza es material y circunscrita a un lugar o a determinadas circunstancias, entonces quizás podamos perderla cuando las cosas cambian. Pero cuando comenzamos a entender que la belleza es una cualidad de la Mente y, por lo tanto, ilimitada en su expresión, comenzamos a buscarla y a encontrarla en todas partes. Por supuesto que cuando tenemos belleza en el corazón, podemos y deberíamos encontrarla tanto en el bullicio de la ciudad como en la serenidad del campo.
La Sra. Eddy también se crió en una zona de granjas, y siempre sintió gran afecto por su nativo New Hampshire, en el noreste de los Estados Unidos. Ella amaba la belleza de la naturaleza; pero llegó a profundizar más en la realidad espiritual de la creación como derivada sólo de Dios. Su libro Ciencia y Salud contiene la penetrante percepción espiritual que ella alcanzó. En su comentario de algunos versículos del Génesis en la Biblia, ella explica: "El Principio creador — la Vida, la Verdad y el Amor — es Dios.. . No hay más de un creador y una creación. Esa creación consiste en el desarrollo de ideas espirituales y sus identidades, las cuales están comprendidas en la Mente infinita y eternamente reflejadas. Esas ideas se extienden desde lo infinitesimal hasta lo infinito, y las ideas más elevadas son los hijos y las hijas de Dios".Ciencia y Salud, págs. 502–503.
Cuando comenzamos a comprender que en realidad sólo hay una creación verdadera, la espiritual, cuyo origen está en la Mente y es mantenida por ella, nuestro enfoque de la vida cambia por completo. Comenzamos a descubrir en nosotros una perfección interior que incluye gozo y belleza como jamás nos habíamos imaginado. Nuestra actitud hacia los demás también cambia. Empezamos a ver que somos miembros de la familia espiritual de Dios, que todos somos los hermosos "hijos e hijas de Dios".
Cristo Jesús es nuestro ejemplo. Por más difíciles o duras que fueran las circunstancias humanas, Jesús podía penetrar a través de la apariencia exterior y contemplar la perfección espiritual, verdadera, de la creación de Dios. Fue así que efectuó sus maravillosas curaciones. Cuando los escépticos fariseos le preguntaron cuándo vendría el reino de Dios, señaló que este reino no puede verse con los sentidos físicos, sino que lo encontraríamos en nuestros corazones. Ver Lucas 17:20, 21.
Cristo, la Verdad, activo en el pensamiento humano, revela nuestra identidad inmortal, verdadera, por siempre unida a Dios. Para poder captar esta realidad espiritual tenemos que renunciar a la identidad mortal que llamamos "yo", con su pensamiento limitado y sus frustraciones; tenemos que mirar más allá de esa identidad y reconocer que tanto nosotros mismos como los demás somos realmente espirituales y perfectos. Esto requiere una profunda humildad y estar dispuestos a cambiar los viejos conceptos materiales por un nuevo discernimiento espiritual que transformará nuestra perspectiva y experiencia. Este esfuerzo vale la pena porque da a la vida un mayor propósito y significado como jamás nos hubiéramos podido imaginar.
Necesitaremos perseverancia y una buena dosis de paciencia con nosotros mismos para lograr este punto de vista espiritual; pero, gradualmente, vemos que vamos desarrollando nuevas habilidades y aptitudes que nos ayudan a enfrentar los desafíos que todos estamos enfrentando en todo el mundo hoy en día. Cada uno de nosotros, tanto niños como adultos, poseemos un sentido espiritual innato que nos capacita para ver más allá del cuadro material y ver el reino de Dios con su armonía y hermosura en todas partes.
