Enseñar a los alumnos más pequeños de la Escuela Dominical quizás no sea el trabajo más popular en muchas iglesias filiales, pero hay a quienes les ha llegado a encantar hacerlo; en efecto, algunas personas no lo cambiarían por nada.
Una razón común que se da para no querer aceptar este cargo es: "¿Cómo puedo tomar algo tan exigente y profundo como la Ciencia Cristiana y hacer que un niñito la entienda?" Pero, ¿es verdad que es difícil hablar de la Ciencia Cristiana con niños pequeños, o es la mente mortal la que ha presentado un concepto invertido, tergiversado, de lo que realmente es? Las palabras de la Sra. Eddy en Escritos Misceláneos contestan esto directamente (pág. 53): "La Ciencia Cristiana es sencilla, y los niños la entienden fácilmente; sólo el pensamiento educado en dirección opuesta la encuentra abstracta o difícil de percibir".
Una maestra suplente de la Escuela Dominical tuvo una experiencia que confirma esto. Una carta que escribió sobre la experiencia incluía las siguientes observaciones:
Cuando se me pidió que enseñara a alumnos de tres años.. . había tenido tanto éxito al enseñar a los de cuatro y cinco años, que con bastante confianza en mí misma, tomé la clase de tres años sin pensar. No fue un desastre completo, pero los resultados me dejaron triste y sentí que apenas había sobrevivido.
.. . [Después] un martes me pidieron que tomara la clase de los más pequeños el domingo siguiente. Acepté, pero a medida que pasaban los días, empecé a sentir una verdadera aprensión de hacerlo. Entre el viernes y el sábado puse por escrito lo que pensaba enseñar y aún así no me sentía preparada.
Llegó la noche del sábado y.. . cuando me preparaba para ir a la cama, pensé: "¿Qué es lo que tengo que hacer sobre esto?" Y me di cuenta de qué era lo que temía. Si bien sabía que mi larga lista de cosas para llenar la hora era muy buena, me sentía afligida porque los problemas de disciplina no me permitirían enseñarla.. . Creía que había ejemplos de comportamiento típico de los niños de tres años que hacían la enseñanza, sin ayudas y técnicas visuales, casi imposible en esta época.
De manera que, en realidad, yo tenía un punto de vista falso de los niños de esa edad.. . Sentí que la única forma de cambiar esta opinión era basar un tratamiento en la definición de la palabra bíblica niños en el Glosario de Ciencia y Salud, y recurrir nuevamente al Manual de la Iglesia y ser obediente.. .
Me detuve en cada palabra de la definición de niños y oré para ver lo que era verdadero, y puse por escrito mis pensamientos. Invertí toda sugerencia de actitud o comportamiento que sospechaba se podía manifestar o que había experimentado. Por ejemplo, si los niños son espirituales, entonces no son actores materiales con atracciones falsas, comportamiento magnético, reacciones negativas y positivas, ni son seres rechazados, alienados, que poseen un falso deseo de llamar la atención. Ellos son espiritualmente activos, por lo tanto, buenos y armoniosos.
Me vinieron muchas ideas, pero el pensamiento que se destacó más fue que yo había estado admirando lo adorables que eran estas criaturas y, por consiguiente, en cierto modo, atribuyéndoles su condición de bebés. ¿Qué esperaría si fueran maduros, como nos dice la Sra. Eddy? Tenía que cambiar la manera de verlos, de ver tanto lo bueno como lo malo.
Entonces tenía que incluirme como uno de los "niños" — como una hija de Dios — y acceder a que Dios me enseñara a mí.
El domingo temprano por la mañana me aferré al Manual y llegué a la conclusión de que debía obedecer las "primeras lecciones" (Art. XX, Sec. 3), aunque no viera la forma de hacer la clase interesante.. .
Lo que descubrí fue que los niños de tres años son perfectamente capaces de comprender el Padre Nuestro porque lo primero que se menciona en él es Dios. ¿Y qué es Dios? Bien, medraron con los sinónimos, con preguntas y respuestas acerca de ellos. Y hallé que las preguntas que tienen más éxito son las joviales, que forman un cuadro mental. Por ejemplo, si se está hablando sobre el Principio: "¿Sería bueno", dice la maestra, "poner todas las tazas en la despensa, y todos los platillos en el armario para las escobas, y el apio en la jarra de la leche, y dejar todos los platos sucios en la pileta?" (Risas, risas, risas.) "O", dice la maestra, "¿sería bueno poner todas las medias en el cajón para medias, manejar del lado correcto de la calle, y detenerse cuando la luz del semáforo es roja?" Con [el sinónimo] Amor — "¿Me gustaría tirar la cola del gato?" ¡Oh no! "¿Me gustaría abrazar a mamá y agradecerle lo buena que es?" Sí.
Eso, y los libros mismos, "¿Cuál es Ciencia y Salud?" "¿Cuál es la Biblia?" "¿Quiénes están en ellos?", etc., fue todo lo que precisé. No digo que no tuve que mantener un ritmo acelerado, pero pareció divertido y retuvo su atención mientras expresaban inteligencia y espiritualidad.
