En nuestra clase de la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana algunos tienen tres y otros cuatro años. Pero Roberto tiene sólo dos. Todos le enseñamos lo que tiene que hacer, y él también nos ayuda a nosotros.
Roberto sabe contar con los dedos hasta siete. Pero cuando dice "SIETE", cuenta cuatro dedos en lugar de uno. Esto siempre nos hace reír.
Un día, aprendimos un relato de la Biblia que trataba acerca de un hombre llamado Naamán. Tenía manchas muy feas en todo su cuerpo. Como no le gustaba tener esas manchas, fue a ver a un profeta llamado Eliseo para que lo ayudara.
Un profeta es alguien que ve las cosas de la manera en que las ve Dios. Los profetas ven lo que es bueno, aún mejor de lo que tú y yo podemos ver con nuestros ojos.
Naamán era un militar importante, por eso él esperaba que el profeta lo tratara de una manera especial. Pero el profeta ni siquiera vino a su encuentro. Esto hizo que Naamán se enojara.
El ayudante del profeta indicó a Naamán lo que debía hacer. Le dijo: "Vé y lávate siete veces en el Jordán". Esto hizo enojar todavía más a Naamán. El pensaba que ese río era horrible. ¿Por qué no se podía bañar en alguno de sus ríos favoritos en lugar de tener que hacerlo en ese río?
Algunos de los criados de Naamán lo acompañaban. Ellos no querían que tuviera esas manchas. Entonces, le pidieron que hiciera lo que le habían dicho.
Por último, Naamán dejó de estar enojado. Se bañó en el río que no le gustaba, no una sola vez sino siete veces. Cuando terminó de hacerlo todas esas manchas tan feas habían desaparecido. ¡Estaba como nuevo!
Así fue cómo Naamán aprendió algunas cosas del profeta, del hombre de Dios, cosas que necesitaba saber. Aprendió que no debía pensar que él era mejor que los demás. Aprendió a hacer lo que se le decía que hiciera. Se dio cuenta de que no debía enojarse cuando las cosas no se hacían como él quería. ¡Y tal vez hasta aprendió a amar a ese río!
La Biblia nos enseña que la verdad de Dios es como un río de aguas puras. Cuando nos sentimos mal o cansados, podemos lavarnos en la verdad. Nos hace sentir limpios, renovados y contentos.
Saltamos dentro del río de la verdad allí en la Escuela Dominical. Hicimos de cuenta que estábamos chapoteando en el agua mientras pensábamos en voz alta acerca de algunas ideas de Dios. Y Roberto las contaba por nosotros.
Uno. "Dios es Amor, por lo tanto El no lastima a Sus hijos".
Dos. "El Amor hace que desaparezca el temor".
Tres. "Los hijos de Dios no pueden ser feos".
Roberto siguió contando. Finalmente, sostuvo en alto diez dedos.
Dijo: "SIETE", y todos nos reímos porque nos estábamos divirtiendo mucho.
¿Qué les parece a ustedes? ¿Se habrá reído Naamán cuando fue sanado? ¿Pueden ustedes imaginarse a Naamán y a sus criados junto al río, riendo, bailando y agradeciendo a Dios por estar tan contentos?
Nota de la madre:
Fue a través de una niña que Naamán se enteró de la habilidad que poseía el profeta de sanar por medio de la oración. El relato bíblico de la curación de lepra que tuvo Naamán, estimula a la gente a confiar en Dios, la Verdad, para liberar tanto a los niños como a los adultos de las dificultades más rebeldes. Por medio de la oración científica que los Científicos Cristianos suelen denominar "tratamiento", miembros de mi familia han sido sanados de enfermedades deformantes, incluso dolorosas. Estas incluyen verrugas, uñas infectadas, quemaduras graves y una herida profunda en la cabeza.
Algunas curaciones fueron rápidas. Otras necesitaron que se esforzaran "siete veces" como Naamán. Para estas curaciones, no se utilizaron remedios materiales aunque sí cuidados prácticos tales como limpieza y vendaje cuando fue necesario.
Como en tiempos de Naamán en que la curación se efectuó a través de la percepción más profunda de Eliseo, hoy en día se puede acudir a practicistas experimentados de la Ciencia Cristiana para que ayuden a los que precisan regeneración y curación.
Una lista completa de practicistas se publica todos los meses en The Christian Science Journal, y una lista parcial, en la parte posterior de El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Para un estudio más a fondo, se pueden leer las siguientes referencias:
De la Biblia: 2 Reyes 5:1–14; Apocalipsis 22:1, 2; Ezequiel 47:1–9.
De Ciencia y Salud por Mary Baker Eddy: "Corrientes sanadoras de la Vida", un párrafo en la página 24, que comienza en el renglón 4; definición de Río, página 593, renglones 17-20; y página 99, renglones 23–30.
