No hace mucho tuvimos la oportunidad de escuchar a un grupo de siete u ocho cristianos de una comunidad grande de hispanos en los Estados Unidos, que compartieron con nosotros algunas ideas sobre religión y espiritualidad. En el grupo había un gerente de ventas, una ama de casa, un estudiante universitario, un maestro mayor de obras, y una mujer embarazada.
Todos estos hombres y mujeres estuvieron de acuerdo en tomar parte en un proyecto de investigación, y se les había pedido que describieran qué era lo que más les gustaría ver en una revista religiosa diseñada para hablar sobre los valores espirituales en el mundo de hoy. El tema central del proyecto era esta publicación: El Heraldo de la Ciencia Cristiana.
Uno de los hombres, el maestro mayor de obras, dijo que él realmente quería que toda revista sobre valores espirituales fuera práctica. Que los artículos deberían parecer como si los escritores estuvieran conversando con uno, hablándole sobre su propia experiencia. Dijo que los artículos no deberían dar la impresión de que alguien está tratando de convertirlo a uno. Más bien, junto con las ideas inspiradoras, debería haber racionalidad, lógica y convicción, de tal manera que uno llegara a pensar, de manera natural: "Esto es la realidad".
A medida que escuchaba, me pareció que lo que el hombre decía en su evaluación era absolutamente esencial. Hablaba sobre la necesidad de comunicar algo que podría llamarse "verdad genuina para gente genuina". Obviamente no estaba interesado en una teoría abstracta dirigida a una consciencia popular vagamente definida. No había nada nebuloso acerca de su concepto sobre cómo deben compartirse los valores espirituales. Todo ello tenía que ser práctico y razonable, como también inspirador. Tenía que ser "la realidad".
Más tarde, al pensar un poco más acerca de los comentarios de ese hombre, comencé a percibir que también él había captado una parte esencial de lo que es el discipulado cristiano mismo. Cuando consideramos el ministerio de Cristo Jesús, es evidente que su enseñanza y sus obras tenían el propósito de llegar a la gente en el nivel en que ellos están. Para después elevarlas en el espíritu de la verdad, mostrarles el camino de la renovación y redención espirituales, y sanarlas. "Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas". Juan 12:46.
El ejemplo que Jesús dio a la humanidad continúa revelando el reino de Dios a los corazones y mentes humanas hoy en día. A medida que nos sometemos al Cristo, la Verdad, cada vez es más claro que esta luz espiritual en verdad tiene que ser la manera en que las cosas realmente son. Verdaderamente, Dios está presente para guiar nuestras vidas. Somos, en realidad, Sus hijos e hijas, amados, apreciados y protegidos.
En la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens), el puro sentido de la inmediata presencia de Dios y de nuestra constante relación con El como Sus amados hijos, se explica como un hecho permanente y científico. Dios es el Padre Mente, la inteligencia perfecta, o Principio, que gobierna a Su creación en orden y gracia perfectos. El hombre, la identidad verdadera de cada uno de nosotros, no es un organismo material de vida breve, sino la eterna expresión espiritual de Dios Mismo. El hombre es la idea divina de la Mente. La Ciencia Cristiana demuestra que esta metafísica de la realidad divina — esta ley científica y espiritual de todo ser verdadero — es totalmente práctica.
Personas de cualquier condición social, personas que están espiritualmente convencidas de la bondad de Dios, han tenido el valor de oponerse al duro y cruel testimonio del materialismo, que quisiera hacernos creer que toda la vida y todo lo valioso está constituido únicamente de elementos finitos y mortales. Esas personas se han puesto del lado de Dios, el Espíritu omnipotente, y han superado toda clase de limitaciones. Han demostrado que la curación cristiana es práctica y realmente confiable. Como Mary Baker Eddy ha escrito en el Prefacio de su libro Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras: "El Principio divino de la curación se comprueba en la experiencia personal de cualquier investigador sincero de la Verdad".Ciencia y Salud, pág. x.
Después de la sección editorial de esta revista, hay varios relatos sobre cómo la vida de la gente ha cambiado para bien mediante la oración. Informes similares aparecen en cada número. Mes tras mes, gente que escribe de todas partes del mundo, habla de cómo ha superado graves molestias físicas o enfermedades. Puede ser que algunas personas relaten sobre cómo sus profesiones han tomado nuevas direcciones y se han vuelto más productivas y han sido de mayores beneficios para otros. Algunas relatarán cómo solucionaron sus problemas matrimoniales, o cómo reconfortaron un corazón acongojado, o cómo se liberaron de serias dificultades económicas, o cómo hallaron consuelo en momentos de pesar. Algunas personas hablarán sobre una vida pesarosa redimida del pecado o de un carácter difícil enternecido por el amor. Pero todos estos relatos tienen un denominador común: hablan del efecto transformador y sanador de la realidad espiritual. Al recurrir solamente a Dios, han logrado una profunda liberación. Todos ellos son gente genuina que han vislumbrado la verdad genuina y se han sentido impulsadas a compartirla.
Este es el propósito de esta revista. Esperamos que encuentre usted aquí algo que le hable y le ofrezca ayuda. Tal vez esa modesta esperanza de alentar al corazón y espíritu humanos a recurrir al amor de Dios, sea en realidad una aventura difusora en la cual todos podemos compartir y tomar parte juntos.
