La Ciencia Cristiana me ha dado en la vida gran iluminación y enriquecimiento. El haber criado a mis dos hijos en esta Ciencia nos ha traído regocijo, buenas relaciones y maravillosas soluciones a los problemas. Nuestros dos hijos están ahora criando sus propias familias de acuerdo con la norma de vida en la Ciencia Cristiana, y sus familias se sienten felices, saludables y productivas.
Un desafío inmediato al que tuve que hacer frente después del fallecimiento de mi esposo, fue la necesidad de tener suficientes ingresos. Habíamos puesto virtualmente todo lo que teníamos, con excepción de nuestro hogar, en un negocio que mi esposo estaba empezando, y no había nada que yo pudiera recuperar. Por algún tiempo, había estado en la práctica pública de la Ciencia Cristiana, y ahora sabía que debía esperar que la expresión del poder sanador de Dios me guiara totalmente.
Las experiencias de Elías y de Eliseo, quienes sanaron a las viudas en su carestía, vinieron a mi mente, incluso esta declaración: "La harina de la tinaja no escaseó, ni el aceite de la vasija menguó, conforme a la palabra que Jehová había dicho por Elías" (1 Reyes 17:16). Así la divina ley de la abundancia ha sido demostrada en mi vida. Durante casi veinte años, las oportunidades para demostrar el poder de curación de la Ciencia Cristiana se han ampliado y me han enriquecido generosamente. Esas bendiciones han venido en exacta proporción a mi honesto reconocimiento de que la Mente divina, y no la materia, es mi Principio, fuente y sustancia.
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