A Aarón le gustaba ir al jardín de infantes. Todos los días se sentaba en su propio pupitre, que estaba al lado del de su mejor amiga, Daniela. A veces compartían sus lápices de colores o se paraban uno junto al otro en la fila. Lo mejor del jardín de infantes era tener una amiga como Daniela.
Pero Aarón tenía que tener cuidado con una cosa. A veces estaba tan ocupado prestando atención a Daniela, que no escuchaba lo que su maestra, la Srta. Farrell, le decía a la clase. Y cuando no escuchaba lo que la Srta. Farrell decía, no sabía qué era lo que tenía que hacer.
Ultimamente, le estaba resultando cada vez más difícil escuchar en la escuela. Aarón sentía como si tuviera algo atascado en uno de sus oídos bloqueando el paso de los sonidos que debía oír. Aarón le contó a su mamá el problema que tenía y juntos oraron acerca de ello como lo hacen los Científicos Cristianos. Eso significa que se quedaron tranquilos y en silencio y comenzaron a pensar en Dios, que está siempre con nosotros. Dios es bueno, y Su bondad es nuestro modelo. El realmente nos hizo buenos como El.
La mamá le dijo a Aarón que todo lo que tiene que ver con el hijo de Dios es espiritual, y eso significa que hasta nuestra forma de ver y de oír es espiritual. Ella le leyó lo que la Sra. Eddy dice sobre oídos en Ciencia y Salud: "Nos los órganos de los llamados sentidos corporales, sino comprensión espiritual".Ciencia y Salud, pág. 390. Su mamá le dijo que, por supuesto, tenemos ojos y oídos, pero la verdadera habilidad para ver y oír es otorgada por Dios. Y nunca nada puede impedir que escuchemos los pensamientos de Dios; El siempre nos está hablando por medio de pensamientos. Pero aun así la mamá le dijo a Aarón, que él debía estar atento a escuchar lo que Dios le estaba diciendo.
Pues bien, un día Aarón tuvo un pequeño problema en el jardín de infantes. La Srta. Farrell le estaba hablando pero él no la escuchaba. Entonces él le dijo a la Srta. Farrell que su oído estaba tapado. La Srta. Farrell no sabía que Aarón había estado con problemas en el oído, de modo que le dijo que a veces, cuando uno no puede oír ¡es porque no está prestando atención!
Aarón se sentó en su pupitre. No era nada lindo que él se hubiera metido en líos con la Srta. Farrell. Trató de quedarse muy quieto y de escuchar con mucha atención los pensamientos buenos. De pronto le vino un pensamiento que para él sólo podía provenir de Dios. El pensamiento era "Escucha a la Srta. Farrell".
De modo que prestó atención. Lo hizo mejor de lo que lo había hecho hasta entonces. ¿Y saben qué pasó? Lo que había estado atascado en su oído desapareció, ¡y pudo oír sin ninguna dificultad!
¡Aarón se sintió tan feliz! Muy calladamente dijo: "Gracias Dios", y desde ese momento prestó mucha más atención.
Nota de la mamá: Aunque me agradaba ver que Aarón se sentía feliz en su nuevo jardín de infantes y que había hecho una amistad muy especial con su compañera, yo estaba un poco preocupada. El debía prestar mucha más atención a su maestra, así como a lo que yo le pedía que hiciera en casa. Además, alrededor de una semana y media antes de su curación, Aarón había tenido un resfrío muy fuerte. Su curación fue muy rápida, pero a partir de allí comenzó a quejarse de que tenía un oído tapado. Naturalmente, queríamos que esa obstrucción desapareciera; yo sentí que de algún modo los dos problemas eran similares y que apoyarnos en la oración y en el poder de Dios — del modo que lo hizo Cristo Jesús cuando sanó toda clase de discordancias — traería la solución.
En Ciencia y Salud la Sra. Eddy dice: "Nuestra ignorancia respecto a Dios, el Principio divino, es lo que produce la aparente discordancia, y comprenderlo a El correctamente restaura la armonía".1 Yo quería comprender más a Dios y discernir la relación de mi hijo con El como Su imagen y semejanza. Sabía que la habilidad de Cristo Jesús para sanar — como aparece en la Biblia — provenía de su absoluta confianza en el amor y el poder de Dios. Ya fuera que se tratara de un ciego o de un leproso, Jesús alcanzaba su pensamiento y restauraba a la persona.
De modo que, al orar, traté de reconocer las cualidades del Cristo — pureza, mansedumbre, obediencia — que yo sabía eran patrimonio del hijo de Dios. Traté de resistirme a pensar en mi hijo como insensible o distraído. La Ciencia Cristiana nos enseña que Dios crea al hombre libre de pecado, puro y bueno, de modo que hasta la falta de atención sería contraria al designio creador de Dios. Al seguir orando de esta manera tuve una mayor certeza de que Aarón verdaderamente quería oír, podía oír, las intuiciones espirituales que Dios imparte a Sus hijos.
Cada tanto Aarón decía que su oído continuaba tapado. Cada vez que lo hacía yo le recordaba su habilidad espiritual para oír los pensamientos de Dios, y lo estimulaba a que prestara atención a estos pensamientos. Así que me sentí muy agradecida porque Aarón reconociese que la curación física se produjo cuando él hizo uso de su receptividad espiritual y escuchó a Dios así como también a su maestra. Creo que Aarón ha comenzado a ver que él puede en realidad escuchar a Dios y obedecer los pensamientos que tienen un origen divino y un efecto sanador en el momento preciso en que él los necesita.
