¿Pensó usted alguna vez lo natural que es dar la bienvenida a nuestros amigos en nuestro hogar? No es un esfuerzo. Nuestra amabilidad, atención y cortesía son espontáneas. Esperamos con anhelo la llegada de nuestros invitados, y hacemos todo lo que podemos para que se sientan bienvenidos y a gusto. Queremos que se sientan contentos de haber venido y esperamos que sientan el deseo de volver. Cuando servimos de ujier en una Iglesia de Cristo, Científico, ¿no podría ser uno de nuestros propósitos ofrecer a todos los que asisten a los servicios religiosos la clase de bienvenida que damos a nuestros invitados en nuestro propio hogar?
El trabajo de ujier, como cualquier otra actividad de la iglesia, requiere amor desinteresado. ¿Acaso no es esto algo que manifestamos espontáneamente cuando tenemos invitados en nuestro hogar? ¿No fue lo que expresó Cristo Jesús cuando lavó los pies de los discípulos? Ver Juan 13:3–15. El amor desinteresado es una cualidad propia del Cristo que tiene su fuente en el Amor divino, Dios, y evidencia el hecho de que Dios hizo al hombre a Su semejanza, para que expresara Su amor. El poner el amor por Dios y por el hombre a Su semejanza en primer lugar en nuestros afectos, guía y dirige todo lo que hacemos al llevar a cabo nuestros deberes en la iglesia. Este amor desinteresado nulifica, en verdad, toda sugestión de que el trabajo de ujier es tan solo una rutina que alguien tiene que hacer periódicamente.
Puesto que nuestra experiencia, incluso el trabajo en la iglesia, está modelada por lo que comprendemos acerca de Dios, el Principio divino, cuando nos esforzamos activamente por amar más, servir más, y prepararnos para dar y recibir inspiración en los servicios religiosos de la iglesia, estamos realmente ayudando a que ocurran cosas maravillosas. Cuando nos esforzamos por vivir en nuestras actividades diarias lo que comprendemos de nuestra unidad con Dios, no tenemos que tratar de expresar afecto y hospitalidad cuando servimos en la iglesia. Tales demostraciones diarias nos ayudan a llegar a la iglesia espiritualmente preparados para apoyar con firmeza la verdadera idea de Iglesia, la cual la Sra. Eddy define como "la estructura de la Verdad y el Amor; todo lo que descansa en el Principio divino y procede de él".Ciencia y Salud, pág. 583.
A medida que desempeñamos nuestro deber de ujier, podemos orar para saber que la Verdad y el Amor gobiernan y mantienen a la Iglesia, proveyendo su fuerza, belleza y actividad. Podemos trabajar con otros ujieres y comités, con gratitud por nuestra unidad con el Amor divino, para enriquecer el servicio religioso con mayor armonía e inspiración. Cuando se piensa acerca de ello, ¿acaso un ujier no provee, con frecuencia, el primer contacto que tienen los miembros y los visitantes con nuestros servicios religiosos de la iglesia? ¿Y acaso no somos ujieres más eficaces — embajadores más eficaces de la Iglesia — cuando realmente percibimos y sentimos las cualidades derivadas del Alma de humildad y receptividad, volviéndonos así una mejor transparencia del Cristo sanador que atrae a la gente a nuestros servicios de la iglesia? Incluso podríamos describir lo que la congregación debiera ver en un ujier con estas palabras de Isaías: "He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento; he puesto sobre él mi Espíritu". Isa. 42:1.
Entonces, en vez de estar humanamente ocupado, el ujier puede saber que, debido a que el Amor divino anima al hombre, él puede ser genuinamente amistoso y útil a medida que la gente entra en la iglesia. En lugar de distraerse con las características físicas de los concurrentes, él puede estar activo y alerta al asegurarse de que está dando la bienvenida al hombre perfecto de la creación de Dios: sano, honesto y libre. En vez de estar viendo un edificio de iglesia con un número grande o pequeño de personas dentro de él, el ujier puede estar ocupado en saber que la Iglesia es una idea completa, y que el elemento más importante es que él o ella esté lleno de la sustancia tangible de abundantes ideas espirituales. El hombre, como reflejo de la Mente, incluye estas ideas y no puede estar ausente o separado de ellas.
El ujier tiene la oportunidad especial de estar tan consciente de que el Amor divino abraza infinitamente a la humanidad, que puede ver a la congregación incluida en la unidad de este abrazo. ¡Nadie está excluido del amor infinito de Dios! El atesorar la presencia y actividad del Cristo, es una protección segura contra la creencia de que puede haber alguna separación entre Dios y el hombre o que la luz del amor sanador de Dios puede ser obstruida u oscurecida. Cuando el ujier reconoce la luz del amor de Dios que está envolviendo a la congregación, él puede percibir que son verdaderas estas palabras del Salmista: "Serán completamente saciados de la grosura de tu casa, y tú los abrevarás del torrente de tus delicias". Salmo 36:8. Y él esperará que la congregación se vaya después del servicio espiritualmente alimentada y vivificada.
Como cualquier otro deber que se cumple en la iglesia, el trabajo de ujier provee amplia oportunidad de reconocer la infinita bondad de Dios y de someterse a ella al estar al servicio de la Causa de la Ciencia Cristiana. Nuestra Guía, la Sra. Eddy, escribe: "Como una parte activa de un estupendo todo, la bondad identifica al hombre con el bien universal. Por lo tanto, que cada miembro de esta iglesia se eleve por encima de la pregunta, con frecuencia repetida, ¿Qué soy? hacia la respuesta científica: Soy capaz de impartir verdad, salud y felicidad, y esta es la roca de mi salvación y mi razón de existir".The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 165. El trabajo de ujier proporciona al miembro de la iglesia un medio de servir a la Iglesia de una manera activa y práctica. Y a medida que cultiva cualidades tales como devoción, abnegación y humildad, descubre cómo lo usa la Iglesia para el propósito de Dios; él no intenta simplemente usar a la Iglesia en bien de sus propósitos. En ese espíritu, los ujieres de La Iglesia Madre escribieron la siguiente carta a la Sra. Eddy en 1908: "Es nuestra sincera oración que podamos reflejar de tal manera en nuestros pensamientos y acciones las enseñanzas de la Ciencia Cristiana, que nuestra diaria manera de vivir pueda ser un testimonio adecuado de la eficacia de nuestra Causa en la regeneración de la humanidad". Citado en ibid., pág. 352.
¿Acaso no anhela la humanidad saber que el Cristo sanador y salvador está vivo hoy en día y universalmente disponible? A medida que los miembros de la iglesia vivan cada uno el Cristo, irradiarán la luz espiritual que brilla sin impedimento desde nuestra Iglesia, llegando a la humanidad con un "testimonio adecuado de la eficacia de nuestra Causa". Cuando damos la bienvenida a los invitados en nuestra casa, nos aseguramos que esté caliente y bien iluminada. ¿Acaso no es tan natural que cada uno de nosotros irradie la luz y el afecto de amor fraternal en nuestra manera diaria de vivir y traer esa luz y afecto a nuestro hogar de la iglesia? De esta manera cada uno de nosotros puede apoyar el trabajo de los ujieres, estemos o no sirviendo activamente como tales. Y podemos esperar ver a nuestro prójimo incluido, bienvenido, y en su hogar en la Iglesia.
El Señor os haga crecer y
abundar en amor unos para con otros
y para con todos.
1 Tesalonicenses 3:12
