Confirmo que la curación de Emilia sucedió tal como la describió mi esposa en su testimonio. Al orar sobre este problema, tuve que tratar principalmente con los siguientes pensamientos: estaba preocupado por el dolor. Quería consolarla y, en un profundo sentido espiritual, comprendí que el dolor está en la mente mortal y limitado a ella. Al concentrar mi pensamiento en la perfecta identidad espiritual de Emilia, vi que no había lugar para el dolor. Ella jamás sintió dolor alguno, sino que siempre expresó su verdadero ser, que es gozoso.
También me preocupaba que Emilia hubiera perdido una parte del dedo del pie. Esto fue motivo de reflexión, basándome en la oración, sobre la verdadera naturaleza del ser del hombre, y llegué a la clara comprensión de que el hombre es la expresión de Dios, Su idea espiritual, completa, sana en todo momento. Oré para tener un mejor entendimiento de la Vida y pude apoyarme en Dios de todo corazón. Pronto Emilia estuvo completamente bien.
Además de la curación física, todas esas oraciones resultaron en una mayor revelación del bien. Cuando ocurrió ese incidente, hacía algunos meses que vivíamos en Puerto Rico, y yo extrañaba a la gente de la iglesia a la cual pertenecíamos. Había dejado la Ciencia Cristiana de lado y estaba concentrado en mi trabajo. La curación de mi hija me hizo despertar al hecho de que yo no debía excluir el bien de mi experiencia, sino aceptarlo. Solicité ser miembro de la iglesia filial local, y pude trabajar en varios cargos.
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