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Desde que en nuestra familia empezamos a confiar en la Ciencia Cristiana,...

Del número de junio de 1990 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Desde que en nuestra familia empezamos a confiar en la Ciencia Cristiana, hace más de diez años, hemos tenido las pruebas más maravillosas y constantes del cuidado de Dios.

Un día, hace varios años, una botella grande de agua cayó de un estante sobre el pie de nuestra hijita, cortándole la punta de un dedo. Mientras le envolvía el dedo con una toalla, pedí a mi hijo que llamara a mi marido a la oficina y le dijera que viniera en seguida. Empecé a orar de inmediato, como había aprendido en la Ciencia Cristiana.

Mi marido llegó y acostamos a Emilia. Ella no sentía dolor ni temor. Mientras él la acompañaba, estudié la Lección Bíblica. El tema de la lección de esa semana era “Amor”, y encontré en ella mucha inspiración.

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