Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

Me criaron en una religión que no era cristiana.

Del número de junio de 1990 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Me criaron en una religión que no era cristiana. Sin embargo, cuando yo era adolescente, dejé de hacer las oraciones porque no comprendía las frases que tenía que aprender de memoria. Pero, cada día oraba con mis propias palabras y a mi manera. Continué con esta práctica hasta que tuve algo más de treinta años.

Entonces un año me puse muy enferma. De acuerdo con el diagnóstico médico, yo tenía cáncer en estado avanzado. Fui operada dos veces, y recibí muchos tratamientos de radiación, pero sin resultado. Los médicos informaron a mi esposo y a mis padres acerca de la gravedad de mi enfermedad, y les dijeron que yo no podría vivir más de algunos años.

En esa época una cuñada empezó a interesarse en la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens). Ella me visitaba todos los días y me contaba acerca de la maravillosa religión que había encontrado. Pero yo no estaba interesada ni en su conversación ni en sus explicaciones. Entonces un día pensé que podía detener la corriente de sus palabras preguntándole si ella podría proporcionarme un libro sobre la Ciencia Cristiana para que yo pudiera estudiar por mí misma. Mi cuñada estuvo muy complacida con mi solicitud, y al día siguiente me trajo el libro Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy.

Para ser sincera, en aquel momento yo no tenía la intención de leer el libro; mi propósito había sido simplemente el de poner fin a la conversación de mi cuñada. Puse el libro en una repisa, y me olvidé del mismo por un tiempo. Pero cuando mi condición se puso aún más grave que antes, me acordé del libro y de las palabras que mi cuñada me había dicho cuando me lo dio: “Este libro te traerá paz”.

Tomé el libro de la repisa y empecé a leer el primer capítulo. Inmediatamente me sentí muy interesada en las palabras de Cristo Jesús que sirven de prólogo al primer capítulo: “Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho. Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá”. De repente me di cuenta de que debemos encarar con valor todas las montañas de problemas que se nos presentan, sin duda alguna de que podemos escalar hasta la cima de la montaña y, por lo tanto, vencer los problemas.

Entonces leí en la página 4: “El esfuerzo constante por ser siempre buenos es oración incesante”. Esto para mí fue la respuesta acerca de la oración que yo había estado buscando durante tanto tiempo. Esto era de veras una explicación muy práctica acerca de la oración. Justamente en ese momento hice la promesa sincera y genuina a Dios de que lucharía por ser siempre buena. Pues bien, me sentí tan interesada en hacer esto, que me olvidé de mi enfermedad, y al poco tiempo, yo estaba completamente sana. De esto hace cerca de treinta años.

Otra prueba del gran amor de Dios, fue la curación de mis dos hijas, una de asma y la otra de dolor de oído. Los dos padecimientos habían sido diagnosticados por los médicos como incurables. Un día, las dos estaban sufriendo de los padecimientos. Una estaba llorando del dolor de oído, y la otra tenía dificultad para respirar. Solicité ayuda a una practicista de la Ciencia Cristiana por medio de la oración, porque tenía temor por la enfermedad de las niñas.

Mientras yo oraba en silencio: “Por favor Dios muéstrame Tu camino”, tomé Ciencia y Salud, y me senté en la cama de las niñas, y abrí el libro. El primer pasaje en que se fijaron mis ojos está en la página 324 y dice: “A menos que la armonía y la inmortalidad del hombre se evidencien más, no estamos ganando la verdadera idea de Dios; y el cuerpo reflejará lo que lo gobierna, ya sea la Verdad o el error, la comprensión o la creencia, el Espíritu o la materia. Por lo tanto ‘vuelve ahora en amistad con El, y tendrás paz’ ”.

Continué leyendo varias páginas, pero esta última frase volvía una y otra vez a mi pensamiento. Empecé a pensar acerca del significado de esta frase, y al poner más atención en hacer esto, me sentí muy en paz. Cuando miré, vi que ambas niñas estaban dormidas plácidamente, cuando se despertaron poco después, saltaron de la cama, completamente sanas. Nunca volvieron a tener esos padecimientos, de esto hace más de veinticinco años.

Al principio de mi conocimiento de la Ciencia Cristiana, mientras leía un artículo en las publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana, me sentí realmente conmovida por la idea de que deberíamos trabajar y orar por el mejoramiento de la raza. El efecto que aquellas palabras tuvieron en mí fue como si el mismo Dios me hubiera dado la santa tarea de ayudar en el mejoramiento de la raza.

Vivo en uno de los países subdesarrollados de Asia, donde aún tenemos que luchar contra el analfabetismo, y donde la seguridad económica y social aún no ha sido establecida. Muchas familias todavía tienen trabajadores domésticos en sus hogares. Esos trabajadores son muy pobres, y han recibido poca o ninguna educación. Ustedes pueden imaginar que esas personas nunca podrían obtener mejores empleos.

La idea de tomar parte activa en el trabajo del mejoramiento de la raza me dio alegría, y esta idea espiritual encomendada por Dios nunca me abandonó, sino que mantuvo mi pensamiento activo, y se convirtió en un poder regenerador en mi vida. Pronto tomé pasos revolucionarios para demostrar mi ideal, dando a los niños de los empleados que estaban en mi hogar el mismo tratamiento que a mis propias hijas. Este fue mi primer proyecto en la elevación de la raza: romper las cadenas de lo que parecía ser un círculo irrompible que dice que los descendientes de la servidumbre, por lo general, también se convierten en sirvientes, porque no tienen los medios para subir en su nivel social debido a la falta de medios ecónomicos para obtener una mejor educación, y cosas por el estilo.

No piensen que ésta fue una tarea fácil para mí. Tuve que luchar con tradiciones de familia y arraigadas maneras de pensar. Tuve que corregir el descontento y los celos entre todos los niños, y encontrar la manera de pagar el costo de la enseñanza secundaria y universitaria. Muchas veces estaba preocupada cuando enfrentaba dificultades monetarias, y después me preguntaba a mí misma: “¿Es realmente correcto que yo haga todo esto? ¿O estoy privando a mis propias hijas de sus derechos?” Pero seguí adelante valerosamente, en la creencia firme de que fui guiada por Dios para tomar todos esos pasos.

A través de todos esos años Dios me proporcionó todo lo que necesitaba, y puedo atestiguar sobre lo que dice en Levítico (26:5): “Vuestra trilla alcanzará a la vendimia, y la vendimia alcanzará a la sementera, y comeréis vuestro pan hasta saciaros, y habitaréis seguros en vuestra tierra”. Esto realmente es verdad en la experiencia de mi vida. Ahora todos aquellos niños, incluso mis propias hijas, son mujeres adultas con sus propias familias, y son excelentes Científicos Cristianos.

Pude continuar en este ideal dado por Dios de “elevación de la raza” en mi trabajo. En esa época, yo era gerente de personal de una gran corporación bancaria, con más de tres mil empleados de un extremo a otro de Indonesia. Por medio de la práctica de las enseñanzas de la Ciencia Cristiana, pude hacer toda clase de reglamentaciones en beneficio de los empleados.

Las palabras son inadecuadas para expresar mi sincera y honda gratitud por la Ciencia Cristiana. Sólo puedo expresar totalmente mi gratitud viviendo sus enseñanzas.


Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / junio de 1990

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.