Estas Palabras Fueron de gran consuelo y fortaleza para mí cuando atravesaba por momentos difíciles: "Detrás y por delante me rodeaste, y sobre mí pusiste tu mano" (Salmos).
En marzo de 1986, cuando estaba en otro país, me sentí muy enferma. Gracias a que El Heraldo de la Ciencia Cristiana incluye una lista de practicistas de la Ciencia Cristiana, pude encontrar una practicista. Ella aceptó orar por mí, y yo me mejoré y pude regresar a mi país, haciendo el largo viaje sin ninguna dificultad. Sin embargo, cuando llegué a casa, el pie me dolía mucho y estaba muy hinchado. Antes de salir de mi país, me había hecho un pequeño corte en el talón, y después de varios días la pierna presentaba algunas franjas rojas y ampollas.
Llamé a una practicista, que aceptó mi caso inmediatamente y me habló con mucho amor. También tuve la ayuda de una enfermera de la Ciencia Cristiana quien me limpiaba la pierna. Mediante el trabajo de estas dos amorosas personas comencé a sentirme mejor. Pero entonces, mi esposo, quien había estado de acuerdo en que recibiera sólo tratamiento en la Ciencia Cristiana (aunque él no es Científico Cristiano), insistió en llevarme al médico para que me examinara. El médico me dijo que tenía irisipela, que debería tomar antibióticos, recibir una serie de inyecciones y visitar a un especialista. Le agradecí y salí del consultorio más decidida que nunca a continuar con mi tratamiento en la Ciencia Cristiana. No tomé ni siquiera una pastilla; seguí orando y apoyándome en Dios.
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