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La armadura de buenos pensamientos

Del número de enero de 1991 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Hay un hábil animalito que se llama armadillo. Los exploradores españoles le pusieron ese nombre, que significa "pequeña cosa armada", y que le queda bien, ya que su cuerpo está protegido por duras placas óseas. Puede enroscarse rápidamente en sí mismo y formar una pelota apretada, con el caparazón en la parte exterior y la cabeza y los pies ocultos adentro, a salvo de cualquier peligro.

Tú y yo tenemos algo que nos mantiene a salvo y que funciona aún mejor que la armadura del armadillo. Esta armadura está siempre con nosotros también, pero es más fuerte aún que el caparazón o los huesos de un animal. Es el poder de conocer y hacer el bien.

Dondequiera que vayamos, en cualquier situación en que nos encontremos, sabemos que el amor de nuestro Padre-Madre Dios está allí, rodeándonos. El nos da los buenos pensamientos que nos hablan de Su poder y nos protegen del peligro; ellos dirigen nuestro camino y nos mantienen sanos y llenos de alegría.

La Biblia nos habla de alguien que sabía que Dios está siempre con nosotros: un pastorcito llamado David. Cuando oyó decir que el gigante Goliat estaba aterrorizando a todo el ejército de los israelitas, David dijo al Rey Saúl: "No desmaye el corazón de ninguno a causa de él; tu siervo irá y peleará contra este filisteo".

Luego leemos: "Dijo Saúl a David: No podrás tú ir contra aquel filisteo, para pelear con él; porque tú eres muchacho, y él un hombre de guerra desde su juventud".

Pero David no tuvo miedo. Dijo a Saúl que Dios lo había ayudado a proteger las ovejas de su padre de un león y de un oso. El estaba seguro de que Dios estaría con él al enfrentarse a Goliat. "Y Saúl vistió a David con sus ropas, y puso sobre su cabeza un casco de bronce, y le armó de coraza". ¡Probablemente David estaba comenzando a parecerse a un armadillo! Pero él no quería esa clase de armadura, así que se la quitó. Eligió lo que él sabía usar: su propia honda y algunas piedras lisas del arroyo.

Entonces Goliat maldijo a David y se rió de él. Pero David simplemente le dijo: "Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en nombre de Jehová... Jehová te entregará hoy en mi mano... Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos".

Al leer esta historia, puedes darte cuenta de que David estaba realmente armado con buenos pensamientos. El tenía confianza en el poder de Dios y no abrigaba ninguna clase de dudas. Estaba seguro de que estar del lado de Dios era mejor que tener una armadura o una espada. Y todos conocen el final de esta historia: David ganó la batalla contra Goliat.

Volviendo al armadillo, es importante recordar que él ni siquiera tiene que acordarse de ponerse la armadura. Siempre la lleva puesta. A veces nosotros tenemos que revisar nuestra armadura. Nos dejamos engañar al permitir que pensamientos mezquinos o un sentimiento de "Estoy asustado" se nos acerquen.

Puesto que somos verdaderamente hijos de Dios, y espirituales, sabemos que es natural tener pensamientos que vienen de Dios. Pero tal vez tengamos que aprender a distinguir entre nuestros pensamientos y los malos pensamientos. Los malos pensamientos no merecen nuestra atención. Vale la pena mantener pensamientos de amor, de bondad y de salud. Si nos sentimos infelices y egoístas, probablemente necesitemos estar seguros de que la armadura del bien esté en su lugar.

En uno de sus escritos titulado The First Church of Christ, Scientist, and Miscellancy, la Sra. Eddy habla sobre los pensamientos y la armadura: "Los buenos pensamientos son una armadura impenetrable; revestidos de ella, estáis completamente protegidos contra los ataques del error de toda clase". La palabra impenetrable significa que nada puede atravesarla; de modo que ésa es la mejor clase de armadura que podemos tener. Cuando "lleves puestos" pensamientos de amor, esperanza y confianza, ni siquiera desearás ponerte pensamientos de temor, maldad, o tristeza.

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