Hay un hábil animalito que se llama armadillo. Los exploradores españoles le pusieron ese nombre, que significa "pequeña cosa armada", y que le queda bien, ya que su cuerpo está protegido por duras placas óseas. Puede enroscarse rápidamente en sí mismo y formar una pelota apretada, con el caparazón en la parte exterior y la cabeza y los pies ocultos adentro, a salvo de cualquier peligro.
Tú y yo tenemos algo que nos mantiene a salvo y que funciona aún mejor que la armadura del armadillo. Esta armadura está siempre con nosotros también, pero es más fuerte aún que el caparazón o los huesos de un animal. Es el poder de conocer y hacer el bien.
Dondequiera que vayamos, en cualquier situación en que nos encontremos, sabemos que el amor de nuestro Padre-Madre Dios está allí, rodeándonos. El nos da los buenos pensamientos que nos hablan de Su poder y nos protegen del peligro; ellos dirigen nuestro camino y nos mantienen sanos y llenos de alegría.
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