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Afecto Por La Comunidad

Es natural sentir un afecto profundo por la comunidad. El amor real a la familia se extiende a los vecinos, y al desbordar abarca a toda la sociedad. Esta columna ocasional nos dice cómo una perspectiva espiritual ha estado ayudando a la gente a contribuir a sanar algunos de los desafíos colectivos que enfrentan las comunidades hoy en día.

Afecto Por La Comunidad

Del número de diciembre de 1991 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Mi deseo de ayudar a las personas sin hogar se profundizó después que inicié mi estudio de la Ciencia Cristiana. En esa época sané de esclerosis múltiple. (El relato de esa curación fue publicado en un Christian Science Sentinel de marzo de 1983.) Esa curación cambió mi vida. La Biblia dice: "Ahora somos hijos de Dios". Todo lo que he hecho a partir de esa época es tratar de comprender mejor y manifestar mejor ese hecho espiritual.

En 1987, alrededor de la época de Navidad, había estado orando por la gente sin hogar y buscando la manera de expresar esa oración, cuando vi un breve programa de televisión sobre Hábitat para la Humanidad, una organización que construye hogares para quienes probablemente de otro modo no podrían tener su casa propia. No recuerdo mucho el programa de televisión, pero me hizo dar cuenta de que este programa habitacional era un compromiso para ayudar a nuestro prójimo a largo plazo, que era una expresión específica del Amor divino reflejada por el hombre.

Fue entonces que comencé a ofrecer mis servicios como voluntario para ayudar en este esfuerzo. Y lo bueno de esto es que encontré que la mayoría de los voluntarios — aunque tienen perspectivas distintas en lo referente a orientaciones religiosas — están todos allí para expresar esa idea única: "Ahora somos hijos de Dios".

Cada vez que uno va a trabajar, se confirma que todos somos hijos de Dios, que todos somos iguales ante Sus ojos. Parece haber una camaradería espiritual entre los voluntarios y también entre ellos y la gente que simplemente camina por el lugar de la obra.

Una vez tuve una curación en el trabajo. Al pasar por una ventana me caí sobre la espalda a bastante distancia. Me levanté. Uno de los hombros me dolía mucho. Sentí como si se hubiera dislocado seriamente. Mi primer pensamiento fue: "!Ah, me va a doler mucho en la mañana!" Luego comprendí claramente que ese enfoque no era científico y empecé a orar.

Por medio del estudio de la Ciencia Cristiana estaba activamente consciente de que Dios gobierna en todos los aspectos de nuestra vida. Razoné que bajo la ley divina del bien, yo podía demostrar que el hombre no puede ser lastimado al expresar amor desinteresado, al ayudar a su prójimo. Después de unos minutos, pronto me di cuenta de que el hombro ya no me dolía. Y había estado sintiendo un dolor muy fuerte hasta ese momento.

Como Científico Cristiano es interesante estar en medio de esto y ver lo que realmente está sucediendo en el lugar de trabajo. Esto es, la amplia corriente espiritual sostenedora de nuestra unidad con el Padre. No sólo se ve el poder del martillo y el clavo; se ve el poder de la unidad espiritual que todos compartimos.

La gente viene a la obra y dice: "¿Qué está sucediendo aquí?" Algo los atrajo, y creo que no fue simplemente el ver a un grupo de personas pintando un edificio o rastrillando un jardín. Una amplia corriente espiritual sostenedora atrae a la gente hacia dondequiera que se hallen personas trabajando juntas en armonía y desinteresadamente, afirmando de una forma u otra que "Ahora somos hijos de Dios".

¡Mirad cuán bueno
y cuán delicioso
es habitar los hermanos
juntos en armonía!

Salmo 133:1

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