La pureza de un niño necesitamos
para nuestra confianza en Dios depositar,
para conocer más la omnipotencia del bien,
y sentirnos a salvo en Su seguridad.
Con ojos inocentes vemos
Su verdadera creación con claridad;
las cualidades de gracia y humildad
aprecian las dulces armonías del Amor.
La paz y confianza de un niño
al renunciar a nosotros mismos hallamos,
sometiéndonos a Su voluntad
tan compasiva y tierna.
Siempre unidas a Dios,
siempre bajo Su protección,
compartimos libremente Su amor
en palabra, obra y oración.
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